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viernes, 13 de junio de 2014

Capítulo 15: Lo que somos, lo seguiremos siendo... hasta el final. (Capítulo final)


Deprimido, triste, atemorizado... apagado.

Así me he sentido estos 6 meses. Mamá juró que él volvería en tres meses, pero ha pasado el doble de tiempo. Le pregunto a mamá y papá porque no volvía y no había una respuesta clara. Ni siquiera ellos sabían que pasaba. No entiendo por que ha pasado esto... Bueno, en realidad si lo entiendo.


Él... probablemente ya no esté en este mundo. Probablemente... haya sido eliminado al incumplir una de las leyes de la guarida de las almas y contarle a un humano su secreto. Pero lo que no entiendo es porque yo no fui eliminado, si él me contó que eliminaban a aquella alma que hubiera revelado el secreto y a la persona a quien se lo había contado. sera tal vez por que... ¿yo soy especial? A lo mejor yo no soy "uno cualquiera", sino que, como me ha confesado un montón de veces, soy esa persona que él lleva buscando desde que llegó a este mundo Por eso, a lo mejor Atzin consiguió que aquel que gobernaba la guarida de las almas (nunca me dijo quien era) le eliminara solo a él. pero... ¿es que yo valgo tanto?

Mi corazón aceleró de pronto. Me gustaba pensar que le importaba lo suficiente como para sacrificarse por mi, pero estaba destrozado por la idea de que yo le obligué a que me contara algunas cosas... Por eso... tenia que volverlo a ver para darle las gracias. Y acababa de descubrir como.

Subí las escaleras de casa deprisa. Tiré la mochila de cualquier manera en mi habitación. Total, ya no me importaba lo que estaba bien ni lo que estaba mal. Subí las escaleras finales que daban al tejado. Observé el paisaje. Un cálido atardecer daba paso tímidamente a una noche en la que a esa hora ya se podían divisar las primeras estrellas. me acuerdo perfectamente de la noche en que Atzin me enseño a volar. fue una sensación tan mágica... Y quería repetirlo. En ese mismo instante, me levanté sin miedo a perder el equilibrio, extendí los brazos, me acerqué al borde del tejado, cerré los ojos y...

Mis pies se elevaron. No sé en que dirección, no sé con que movimiento, pero me sentí mas ligero... por un instante. Segundos después, noté dolor dentro de mí. Cuando el dolor desapareció casi por completo, abrí los ojos, pero no vi nada. Estaba todo lleno de una oscuridad que ya conocía. Sonreí (creo que lo hice). Había conseguido lo que me proponía.

-Estúpido imbécil.

Por fin. Por fin conseguí oírle. Y, como no, había comenzado con sus insultos habituales.

- No... no me puedo creer que lo hayas hecho.
- No sé de que me hablas.
- ¡Mentiroso! ¡Sí que lo sabes! ¿Porque...? - su voz tembló - ¿Por que te has tirado del tejado?
- Quería verte. Quería oír tu voz, pero creí que te habían eliminado, por eso... si aún quedaba algo de tú alma, si hiciese algo arriesgado sabía que tu intentarías detenerme. Ha sido un pequeño salto de nada, pero he conseguido mi propósito.

Se hizo el silencio. Breve, pero intenso.

- No ha sido un "pequeño salto de nada". - dijo, con voz penetrante - Alain, estas muerto. Y esta vez no es broma.

Fue un golpe muy duro para mí.

- Pero... -dije con la voz temblorosa - Yo no quería... Solo fue un salto...
- ... Que te costó la vida. deberías haberlo pensado mejor.
- ¡NO!

Empecé a temblar, o eso creo. Hasta ese mismo momento no me había percatado de que mi cuerpo había desaparecido... en algún momento. Era solo un alma.

- ¿Que voy a hacer? - dije desesperado - ¿Como se lo van a tomar papá y mamá? ¿Y nuestros amigos de la escuela? ¿Y el resto de nuestra familia?
- Ya no importa. Ya no se puede hacer nada. Lo único que puedes hacer seria...
- ¿seria?

Se hizo el silencio, de nuevo. pero este fue aun mas breve que el anterior.

- Alain... No, Valo. Creo que ha llegado ese momento. Aun que de todas formas no tienes otra opción.
- ¿El momento de que? ¿Que opción? ¿De que hablas?
- ... Ha llegado el momento de elegir.
- ¿De elegir el que? - lo entendí de golpe - Oh...
- Si, exacto. Ha llegado el momento de decidir si quieres morir simplemente... o dejar que tu alma se una a mi... PARA SIEMPRE.
- Pero...
- No podemos posponer más esta elección. De hecho no estarías aquí de no ser por mí. He conseguido atraparte aquí justo antes de que murieras, así que tienes que decidir.

Me quedé en silencio. Ahora lo entendía todo. Atzin, por alguna extraña razón, seguía existiendo en forma de alma y estuvo vigilandome todos estos meses porque sabía que yo haría alguna locura y, si yo en algún momento estaba al borde de la muerte me atraparía justo antes de que mi alma se fuera para siempre. Ante esa muestra de amor, tuve muy clara la respuesta.

- ... Sin duda lo haría. Pero...
- ¿Hay un pero?
- Atzin, hay algo que siempre me has estado ocultando desde que apareciste en mi vida. No puedo unirme a ti si no conozco algo tan trivial como eso.
- Oh, te refieres a...
- Si, exacto. Quiero conocer lo que significa Tumma... y también Valo. Quiero saber que significa tu nombre y porque elegiste el mio. Si no sé algo como eso... no puedo pasar el resto de mi eternidad contigo. Lo siento.

El silencio volvió a reinar entre los dos. Creo que Atzin estaba meditando como contármelo.

- Alain... ¿Sabes ese diccionario de finlandés que está en el despacho de papá?
- Mmm... si. Nunca lo he abierto.
- Yo tampoco lo abrí nunca... hasta que supe que iba a tener un hermano.
- ¿Eh?
- Cuando papá y mamá me dijeron que iban a adoptar a un niño, inocentemente pensé que si íbamos a ser hermanos deberíamos ponernos motes, por eso busqué entre los miles de diccionarios que tiene papá en su despacho a ver si había algún nombre que sonara bien y tuviera un significado adecuado. No encontré ningún idioma que me gustara... hasta que abrí el de finlandés. A primera vista me gustó el idioma así que busque adjetivos. No pude encontrar un mote para ti, porque aun no te conocía, pero sí que pude encontrar muchos para mí... Tiempo después, cuando tú me dijiste que te pusiera nombre, entendí que era el momento de volver a consultar el diccionario. Busqué y busqué, pero ninguno me parecía lo suficientemente bueno para ti. Ninguno estaba a tu altura. Pero al fin, después de muchos esfuerzos, lo encontré. Encontré el mote adecuado para ti.

Me conmovió. Jamás pensé que se había tomado tan en serio el hecho de buscarme nombre.

- Una historia muy bonita, pero... aun no me has dicho lo que significan Tumma y Valo.

Sentí una especie de escalofrío que me recorrió todo el "cuerpo". Eso quería decir que él, o lo que quedaba de él, estaba cerca de mí. Casi a punto de tocarme.

- ... Tumma quiere decir "oscuridad". Ese es un adjetivo con el que me identifico. Soy una persona oscura, pesimista, tétrica... Así soy yo.
- ... ¿Y Valo?

Le oí suspirar.

- Valo es todo lo apuesto a mí. Valo quiere decir "luz". Tú eres luz. Tú aportaste luz en mi vida cuando apareciste en ella. Desde la primera vez que te vi en el aeropuerto, algo dentro de mí me dijo que tu eras lo que le faltaba a mi oscuro ser.
- ¿Lo que le faltaba?
- Si. Puede que no te lo haya dicho, pero todas las almas oscuras necesitan otra alma que les de luz para que les iluminen, sino caerán en la desgracia. Del mismo modo que todas las almas con luz necesitan a un alma oscura, para que las almas con luz no se dejen llevar por sus pasiones y tengan un final muy trágico... ¿entiendes?
- Sí... es algo parecido al Ying y el Yang... ¿no?
- Exacto.
- Pero... ¿porque crees que yo soy ese alma luminosa? ¿De verdad crees que no caerás en la desgracia si estas junto a mi?

De repente, justo después de hacer esa pregunta, sentí una sensación extraña dentro de mi alma. No era escalofrío, ni era dolor... era una sensación mas bien agradable. Como aquella vez que nuestras almas se unieron en esa experiencia de éxtasis.

- Escúchame bien, porque no lo diré mas veces: te quiero. Quiero que todo tu ser me acompañe el resto de la eternidad. Quiero tu alma y la sensación que provoca ella en la mía.

Su voz era penetrante. Pude escucharle perfectamente a pesar de estar sumergido en una espiral de placer la cual parecía no tener fin.

- Dentro de la oscuridad, tu eres lo único que puede hacerme fuerte. - me dijo susurrando - Sigue a mi lado y esta tiniebla se volverá luz.

Su voz invadió todo mi ser. Por fin lo entendí: le deseaba. Lo deseaba a él. Deseaba su cuerpo humano. Deseaba su voz... deseaba su alma. Ante aquella situación, pronuncié mis últimas palabras antes de tomar una decisión.

- Por favor... Unámonos.

Oí una leve risa y la oscuridad se hizo mas intensa. Pero pude distinguir como esa sensación de placer se iba apoderando cada vez mas de mí... hasta invadirme por completo.




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Y así es como pasé el resto de la eternidad. Desconozco si todos mis seres queridos me echarán de menos o que, pero según me explicó Atzin... digo Tumma, automáticamente después de nuestra unión la guarida de las almas creó dos copias exactas de nuestros cuerpos y los envió a la Tierra. Según él, ellos se comportaban exactamente como nosotros. Por lo que, para papá y mamá, lo único que había ocurrido era que Atzin se había quedado más tiempo en esa escuela en Londres porque le gustaba el lugar, y yo caí del tejado persiguiendo un pájaro pero que, milagrosamente, no me hice mucho daño. Me conformaba esta solución. Los echaré de menos, han sido la única familia que he tenido en mi vida, pero esta es la única solución que podía haber para no hacerles daño... y para que yo sea feliz. Ya nada sería lo mismo que antes. Ni siquiera nosotros mismos. Porque...

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Ya no éramos Atzin y Alain...
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Ya no éramos Tumma y Valo...
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Ya no éramos oscuridad y luz...
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Solo... éramos un par de almas unidas 
y que ni el resto de la eternidad podrá separar. 




FIN. 

viernes, 11 de abril de 2014

Capítulo 14: Cosas que aún no entiendo.

Hay muchas incognitas en mi vida.
Hay muchas cosas que aun no entiendo. Mire a donde mire, siempre hay un interrogante, un vacío... algo que hace que me plantee si de verdad soy una persona de fiar... o mi hermano solo me está utilizando.

- No digas tonterias. - ya empezamos - ya te dije que...
- Que no era el momento para contarmelo. Vale lo capto. Siempre lo he captado
- Alain...
-¿Que? ¿Que excusa vas a darme ahora?
- No, yo...
- Basta. Yo solo... Necesito tiempo para pensar.


Me fui acelerando el paso. Queria llegar a casa lo antes posible. Adelante mucho a Atzin por el camino y llegue a casa media hora ntes que el. Me sente en el borde de la cama mirando a la ventana. El cielo parecia... mas gris.

- ¿Crees que hago esto por gusto? - Atzin habia llegado a casa y empezo a hablarme pero no me giré - ¿Que te oculto estas cosas porque me apetece y quiero verte sufrir? ¿Que no digo nada por que me gusta verte llorar? ¿ De verdad crees... que soy ese tipo de persona?
- Ya no sé ni quien eres... - le dije con frialdad - no puedo fiarme de ti.

Atzin se muerde el labio. Parece que tiene ganas de llorar.

- ¿Sabes que... cuando un alma se marcha de la guarida de las almas no piede marcharse asi porque si?
- ¿A donde intentas llegar, Atzin?
- Cuando me fui de alli... me dijeron que no dijera nada a nadie, hasta que... no estuviera seguro de haber encontrado a aquella persona especial... Por que sino... Ellos tienen la autoridad para... eliminarme a mi y a la persona que se lo haya contado. No quieren que los humanos sepan esto. Entiendelo, por favor.


Me calle. No queria hablar con el. Todo lo que me decia me sonaba a mentira.

- Asi que... esas tenemos, ¿eh? - me dijo Atzin, indignado. - Cuando esté lejos de tí y me eches de menos te arrepentiras de no haberme creido.
- Me da igual. Te fuiste un dia y volviste.
- Fui para consultar si debia seguir en casa. Si debia volver a estar a tu lado.

Dios mio... que cansado estoy de todo esto.

- Volveras, seguro.
- No esta vez. Esta vez no tengo motivos para hacerlo.


Se fue. Sentí un escalofrio. Sospechaba que esta vez si que se iba a ir  durante un tiempo pero... ¿Porque? Pocas horas despues empezamos a cenar. Habia un silencio sepulcral entre mi hermano y yo. Hasta que me cansé.

- A ver, vale ya de ignorarme. - dije yo.
- Yo no estoy haciendo nada. - me contestó él
- ¿Que ocurre, chicos? - dice mi madre.
- Nada, cosas nuestras sin importancia. - contesta Atzin. - Por cierto, mamá. Voy a aceptar.
- ¿Aceptar el que? - pregunté
- Tu hermano ha sido elegido en tu escuela para ir de intercambio a Londres durante tres meses. Pero dijo que no quería decidir nada hasta hablar contigo. Entonces eso significa que ya habéis hablado...

Esto si que no me lo esperaba.

- ¿Entonces vas a aceptarlo?
- Si, mama.
- ¡Estupendo! Voy a llamar al director de tu escuela ahora mismo para decirle que has aceptado.



Mama se levanto de la mesa. Atzin tambien lo hizo. Le segui.

- ¿Entonces te vas?

No respondio.

- ¿Cuando?

Tampoco hubo respuesta

- Atzin... ¿Volverás?

No me respondio. No me dijo ni si ni no.


Solo... se fue.



CONTINUARÁ...




viernes, 21 de marzo de 2014

Capítulo 13: Pétalos de rosa y sonrisa mentirosa.

 
- El viento sopla.
 
Si... El viento sopla con una extraña y enigmática calma. ¿No será que se aproxima una tormenta? No.. La tormenta nunca se fue. Al igual que cierta persona, que me dijo que se iba a marchar al lugar donde pertenecía, pero acabó volviendo horas después.
 
- No quería preocuparte, así que volví.
- Mentira... Puedo ver en tus ojos ahora mismo que lo que estás diciendo no es cierto.
 
No me respondió, como era de esperar.
 
- Olvídalo. - me rendí.
 
A nuestros padres bastó con poner ojitos de cordero y un par de lágrimas fingidas para ablandarles el corazón y hacer que olvidasen el enfado que habían tenido porque, inexplicablemente, había desaparecido así porque sí.
 
- Esta bien. - dijo mi madre.
 
Todo parecía estar bien. Sin embargo el viento soplaba con una extraña y enigmática calma. La tormenta ha llegado de nuevo. Me mira y sonríe. Que sonrisa mas mentirosa. No es la misma sonrisa de siempre.
 
- ¿adonde te fuiste? - le pregunté, en una de las muchas emboscadas que le hice desde que volvió.
 
Se calló. Volvió a soplar el viento. Pero esta vez unos pétalos de rosa se posaron a mis pies. Era extraño. No entendía la relación entre ambos sucesos.
 
- la rosa... Mi flor preferida entre todas las que existen.
 
Cogió un pétalo y lo observó durante un rato. Al rato la dejó ir y se la volvío a llevar el viento.
 
- Si me preguntas a donde fui... - dijo sin mirarme. - Fui a la guarida de las almas. Nada mas. Deja de atormentarte con eso.
- ¿Por qué fuiste hacia allí?
- Buscaba respuestas.
 
¿Eh?
 
- ¿respuestas? ¿Qué tipo de respuestas puedes conseguir allí que no puedas conseguir aquí... con tu familia...?
 
se me hizo un nudo en la garganta y empecé a llorar. El se acercó a mi. Puso su fría mano encima de mi cabeza.
 
- Cuando vine a este mundo... era para hacer feliz a papá y mamá. Pero parece... que estoy consiguiendo lo contrario. Por eso pensé que no debía estar aquí... Estoy molestándoles. No es bueno que este con ellos. No valgo nada...
- ¡Cállate!
 
Atzin se sorprendió.
 
- Eres... eres el hijo que creyeron muerto y que revivió de repente... ¿Crees que no vales nada? te equivocas. Te quieren. Mas de lo que piensas.
 
Se hizo el silencio.
 
- Idiota.
- ¿eh?
- Si estas intentando que me ablande... - me miró con los ojos llorosos. - Lo has conseguido... Maldito seas.
 
Le abracé aun sin entender nada de nada. Al soltarle, tenia la misma sonrisa mentirosa que antes.
 
- Para ya de sonreír así. No finjas estar bien si realmente no lo estas.
 
Me miró a los ojos. Otro pétalo de rosa se acercó a nosotros. Atzin pudo cogerlo al vuelo.
 
- ¿Me puedes explicar...?
- ¿Las pétalos?
- Si. De donde salen.
- No tengo ni idea.
 
Nos reímos.
 
- Lo único que sé... - empezó a decir él - es que aparecen cuando mi alma es realmente feliz.
 
Sonreí. Me alegraba de oír eso.
 
- ¿Vamos a casa?
 
Le tendí la mano. Él la agarró, con fuerza.
 
- Si.
 
Esa noche antes de dormir pude ver los pétalos de rosa invadiendo nuestra habitación. Me giré para observar a Atzin. Estaba dormido con una sonrisa. Pero no era una sonrisa mentirosa como las de antes.
 
Era la sonrisa mas sincera que había visto nunca.
 
CONTINUARÁ...

domingo, 2 de marzo de 2014

Capítulo 12: Donde pertenezco.


- Pero... ¿Que es esto?

Nuestra habitación, de nuevo estaba hecha un desastre. Y, de nuevo, nos ganamos una bronca de nuestra madre.

- ¡¿Me podéis explicar como es posible que esté la habitación tan desastrosa?! Me gustaría saber que clase de fiesta os montáis vosotros para dejarla así.
- Mamá... no es para tanto. - intervino Atzin.-  Le da un aspecto exótico a la casa.
- ¡Y tanto que le da un aspecto exótico! - dijo mamá en tono irónico. - Por que si escarbamos un poco, seguro que encontramos bichos por aquí.
- Anda que no molaría encontrarnos serpientes por aquí.

Atzin y yo nos aguantamos la risa para no cabrear mas a mamá.

- ¿Os parece divertido?

Me dio un escalofrió. Cuando mamá usaba ese tono, significaba que nos pasaríamos una hora aguantando sus gritos. Y no me equivocaba. Pero esa vez, habiendo pasado 20 minutos, la casualidad hizo que yo agachara la cabeza en el momento justo como para ver una cosa negra aproximarse al pie de mamá. Era Sherry, la araña que Atzin estaba cuidando desde hace algunas semanas a espaldas a mamá. Se me paralizó el cuerpo. No solo por ver a la araña que, admito, a veces me daba un poco de repelús, sino que también me imaginaba como seria la reacción de mamá. Yo no quería ser el responsable de decírselo.

"Díselo", me dijo Atzin mentalmente.
"Ni de broma. Hazlo tú que para eso es tu araña" le contesté yo.
"¿Sabes la que nos montará si lo descubre?"
"Lo descubrirá de todos modos. Díselo."
"No, díselo tú."

No hizo falta discutir mas. Mamá ya vio a la araña por su cuenta. Pegó tal grito que todos los de la ciudad se debieron enterar de algo. Nos costó hora y media hacer que dejara de correr por toda la casa y convencerla de que Atzin había tirado la araña (cosa que era mentira, ya que Atzin la había vuelto a esconder). Cuando fue a dejar a Sherry en su nuevo escondite, soltó un suspiro.

- ¿Y ahora que te pasa?
- No pensé que se pondría así...
- Tu le conoces de hace mas tiempo. tendrías que haberlo previsto.
- A veces me parece que no la conozco lo suficiente... o que ella no me conoce a mi.
- ¿Que quieres decir?

Atzin sonrió, pero no me respondió. Se le veía un poco melancólico. Ato seguido me cogió de la mano y me llevó al tejado.

- ¿Vas a hacerme volar otra vez? - dije, recordando lo mal que lo pasé aquella vez.
- No... Y tranquilo, hoy no te haré nada raro, ni te llevaré a ningún sitio extraño, ni te haré fusionarte conmigo ni nada... Hoy solo vamos a hablar.

Por alguna extraña razón, en vez de suspirar aliviado, aquello me entristeció un poco.

- ¿De que quieres hablar?
- Alain... Tu... ¿crees que debería estar aquí? ¿Crees que debería quedarme en esta casa? ¿Crees que debería quedarme aquí, sabiendo que no paro de darle problemas a papá y mamá? ¿Tan... tan mal hijo soy?

Le miré. Se le veia terriblemente afectado. Apoyé mi cabeza en su hombro en señal de apoyo, ya que no conseguía encontrar las palabras adecuadas para animarle.

- A veces pienso que debería irme.
- ¿A donde?
- A donde pertenezco. Quiero irme y dejar de dar problemas a todos: a papá, a mamá, a tí...
- ¿A mi? ¿Cuando me has dado problemas tu a mi?
- Desde que te conocí... todo lo que te he hecho te ha dado problemas. Lo primero fué decirte que me llamaras Tumma, lo que provocó que tu quisieras saber que significaba. Y lo último fué lo de la carta... Jamás debí permitir que la vieras.

Me quedé callado. No había caído en ello.

- ¿Y piensas que lo mejor para solucionar eso era marcharte? ¿Desaparecer? Así no se arregla el problema. Si te vas... dejarás una familia rota. Una familia que te quiere... ¿De verdad crees que el daño que le harás a papá y mamá va a servir de algo?
- Servirá para que no pueda hacerles daño mas con mis actos indebidos.
- No vale la pena, Atzin. No lo hagas. No te vayas.
- Será lo mejor para todos.
- Te equivocas, lo empeorarás.
- Tengo que hacerlo

Atzin se levantó. Se dejó deslizar hacia el borde del tejado y se preparaba para "emprender el vuelo". Le detuve.

- No... por favor.
- No me lo hagas mas difícil.
- ¡Es que no quiero que te vayas!
- ¡¿Y que quieres que haga?! No paro de perjudicar a todo el mundo. Aun que me quede a arreglarlo, volveré a provocar mas problemas. Pero no puedo evitarlo. Yo soy así. Nadie me puede cambiar.

Conmovido por sus palabras, le solté.

- Está bien... Si es lo que quieres, vale. Adelante. Pero antes de irte... piensa en el peso que pondrás sobre mis hombros.
- ¿Que quieres decir?
- Yo me quedaré aquí, y tendré que consolar a papá y mamá cuando estén afectados por que te fuiste. Ademas... ¿como les explico tu partida?
- No lo expliques. Dí simplemente que te despistaste un momento y que cuando te diste cuenta yo ya no estaba.
- Pero eso es... Oh, de acuerdo. Haz lo que quieras.

Se giró mirando el cielo.

- Una última cosa. - dijo sin mirarme. - Que me vaya no significa que no te echare de menos.
- Jamás dudé eso.

Me miró, sonrió y desapareció.

Él se fue. Me dejó solo. Me abandonó. Sentía que mi mundo, mi luz se estaba apagando poco a poco. Pensaba que era el fin.

Pero no lo era. Lo supe porque, tan solo dos días después de partir, él ya estaba de vuelta.

CONTINUARÁ...


viernes, 21 de febrero de 2014

Capítulo 11: Eso no estuvo bien... o si.



Por fin.


Volver a casa después de tanto tiempo es... una sensación extraña. Realmente me alegró volver. Tenia superado lo de la carta y quería volver al que ahora ha sido y siempre será mi hogar. Entro en mi habitación para dejarlo todo con ayuda de papá y mamá... y allí estaba. La carta. me dispuse a cogerla, cuando mamá se me adelantó.

- ¿Quien ha dejado esto aquí? Os lo dije un montón de veces: no quería que esta carta volviese a estar en esta casa.

Mamá pisó el pedal de la papelera. Iba a tirarla, pero yo se lo impedí.

- Dámela, cariño.
- No. - le dije desafiante. - Es mía.
- Ya has visto lo que te provocó esta carta. No quiero que vuelvas a tener otra crisis.
- me controlaré.
- Dame eso.
- ¡NO!

Creo que me he pasado. Que yo recuerde, nunca le había gritado así a nadie. Mamá suspiró.

- ¿Porque eres tan cabezón?
- No se trata de eso. Se trata de que es su carta. Si fuera algo sin importancia no me importaría tirarla pero... es una carta que escribió mi madre. Ella tocó el papel con sus propias manos, cogió un bolígrafo y lo hizo bailar sobre el papel para escribirme unas palabras con todo corazón. De mi nombre, esto es lo único que conservo de mi madre. Ademas, mira. - le puse la carta delante de sus narices. - Su letra... es igual a la mía. esta es la única prueba que tengo de que mi madre y yo nos parecíamos. Por favor, no elimineis el único objeto que conservo de ella. Por favor.

Hubo un silencio en toda la casa. Mamá suspiró.

- Esta bien, puedes quedarte con la carta. Pero te advierto que si vuelves a salir afectado por ella, la tiraré sin avisarte. ¿De acuerdo?
- De acuerdo.
- Anda, ve a arriba y deshaz tus cosas.

Fui pitando al piso de arriba con la carta en la mano, eufórico. Al abrir, me encontré a Atzin deshaciendo mi bolsa del hospital.

- Atzin, no te molestes ya lo hago yo.
- Ah, no, ni hablar. - dijo, deteniéndome y empujándome suavemente para que me sentara en la cama. - Quédate quieto y descansa. No quiero que te vuelva a pasar nada... Sobretodo teniendo en cuenta que el hecho que encontraras la carta fue solo culpa mia... Lo siento.

Siguió deshaciendo la bolsa. Cuando se giró para guardar una cosa en el armario, me levanté y le abrace por detrás. Él se quedó quieto. Supongo que no se lo esperaba.

- No fue culpa tuya.
- Pero...
- Shh., Tumma, no me lleves la contraria o lloraré.

En aquél momento, descubrí que el chantaje no era tan difícil como creía.

- De todos modos, esto en algún momento tenia que pasar. He decidido ser fuerte y lidiar con ello. Pero solo podre conseguirlo en un hogar como este. Quiero quedarme aquí.

 Atzin se separó de mi. Se le veía feliz. es mas, se le veía inmensamente feliz.

- Vamos a cenar.

Después de cenar, cuando ya estaba a punto de dormir, Atzin entró en la habitación para acostarse.

- Mamá ha vuelto a insistir en que si quieres quedarte a dormir con ellos. Yo les he dicho que no, que mejor que te quedaras conmigo y no hicieses nada fuera de lo normal.
- Gracias.

Estaba de espaldas a él, pude notar como unas manos me arropaban con suavidad.

- Si no te tapas, te resfriarás.

Sonreí.

- Eres el mejor hermano que uno podía desear.

Mi sonrisa se contagió en el fantasmal y pálido rostro de Atzin. Atzin se dio la vuelta y abrió el cajón de su mesita de noche. Parecía que buscaba algo.

- Por cierto... Antes has dicho que.. la carta es la única prueba que tienes de que tu madre y tu sois muy parecidos... Pero eso no es cierto.

Estaba confuso.

- Atzin, no... no te entiendo. ¿Que me quieres decir con eso?

Del cajón en el que estaba rebuscando sacó una fotografía. Me la dio. Yo la miré desconcertado. Al darme cuenta de su simbolismo, me temblaron las manos.

- E-Ella es...
- Si, es ella. Era una mujer realmente preciosa. Y mira a ese bebé que lleva en brazos. Es clavadito a ella. Alain. - dijo, mirándome. - Después de ver esta foto no pude evitar ver que eres la viva imagen de una mujer luchadora y fuerte y, que a pesar de todo lo que pasó, aun tuvo las ganas de hacerse esta foto con una sonrisa en la cara. Sois completamente iguales.Y no me refiero solo físicamente. Yo... puedo ver el alma de una persona a través de una fotografía, ya sea viva o muerta. Cuando la vi por primera vez, para mi sorpresa vi que su alma y el alma de aquí dentro, - señalo a mi pecho. - son igual de puras y brillantes. Tienes la misma alma que tu madre. Eres ella. Siéntete orgulloso. - me mira a los ojos. - Y deja de llorar.

Pues si, estaba llorando y ni siquiera me había dado cuenta. Cogí la foto y la miré un segundo.

- Muchas gracias. Tus palabras siempre me consuelan y me hacen feliz. Ay, jolín.

Estaba tan emocionado que me vinieron mas ganas aún de llorar. Atzin me abrazó.

- Por favor, no llores. Sino, mamá pensará que has vuelto a entrar en en crisis y tirará la carta.

Me incorporé secándome las lagrimas.

- Oh, es cierto.

Atzin se rió.

- Vete a dormir. Necesitas descansar.
- Si...
- Yo haré lo mismo.

Atzin se iba a meter en su cama pero yo, inconscientemente, le detuve agarrándole de la manga.

- ¿Que ocurre? ¿Estas bien?

Estaba muerto de vergüenza. Sabia lo que quería pedirle, pero no encontraba el valor para hacerlo.

- Yo...
- Quieres que duerma contigo esta noche, ¿no?

Suspiré. Me ha leído la mente otra vez. Aun que, mejor así. de esta forma no tenia que decirlo en voz alta. Atzin se metió en la cama a mi lado.

- Que conste que si pasa algo, yo no me hago responsable. Yo soy un alma convertida en ser humano y tengo mis instintos.
- ¿Que quieres decir? ¿Te refieres a lo que pasó ese día? ¿Lo de la fusión? Sabes como me siento acerca de eso. Eso que pasó no estuvo bien... o si. No lo sé, es todo muy confuso. No saques el tema mas, por favor. Porque... ¿Te refieres a eso, verdad?

Atzin rió a carcajadas. Cuando conseguí que parara, me miró y me dijo:

- Alain, a veces eres tan inocente.


No comprendía que había pasado, pero decidí no insistir mas. Mi hermano se durmió casi al instante y yo, sin poder apartar la mirada de él, tomé una decisión que me iba a traer muchos problemas, pero también alegrías:


Quiero vivir aquí.

CONTINUARÁ...

viernes, 14 de febrero de 2014

Capítulo 10: Experiencia de éxtasis.

 
Todo esta muy borroso.
 
 
 
¿Dónde estoy?, me pregunto un millón de veces. Por desgracia no encuentro una respuesta. Oigo voces a mi alrededor. Parecen las de papá y mamá. O eso creo. Parece que lloran. ¿Por qué lloráis?, intento decirles. Desgraciadamente mi boca no produce sonido.
 
- ¡¿Que está pasando aquí?! - intento gritar. - ¿Por qué no puedo hablarles?
- Por que estas muerto.
 
Aquella voz me atravesó el lugar donde debería estar mi oreja que, por alguna extraña razón, notaba que había desaparecido.
 
- ¿Qué me intentas decir? Si esto es una broma de las tuyas...
- No es ninguna broma. Mírame.
 
Giré la cabeza hacia donde provenía esa voz, pero no vi nada. No vi su cuerpo fantasmal que tanto me hacía estremecer. Solo vi una masa amorfa y oscura que flotaba delante de mi.
 
- Atzin... ¿Eres tu?
- No soy Atzin, soy Tumma. Quien soy realmente. Soy un alma oscura. Pero eso no es lo que mas importa, ¿te has mirado a ti mismo?
 
¿Eh?
 
- Soy... ¡Soy una cosa extraña! ¿Cómo es posible?
- Eres como yo. Eres un alma. Pero, a diferencia de mi, tu alma esta llena de luz. Esa es la diferencia entre tu y yo.
- Pero... ¿Y nuestros cuerpos? ¿Por que estoy muerto? ¡No entiendo nada!
- Tal vez no lo recuerdes... Pero una semana después, cuando estaba contigo en la habitación del hospital, tu... despertaste. Pero en vez de hablar, lo primero que hiciste fue...
- ¿Fue?
- ... saltar por la ventana.
- ¿Saltar por la ventana? ¿Así por que si?
- No parecía que lo hicieras inconscientemente. Creo que querías acabar con tu vida. Por desgracia, yo estaba en el baño en ese momento.
 
Me dio un escalofrío.
 
- Bueno, pero eso solo explica que yo muriera. ¿Qué hay de ti? ¿Por que te has transformado en un alma?
- A diferencia de ti, yo puedo elegir libremente cuando morir.
- Ya entiendo...
- Y si he decidido morir... ha sido por ti. Verte morir así de esa forma, ha sido demasiado. No he podido soportarlo.
- ¿Tanto me quieres?
 
No responde.
 
- Oye...
- ¿Qué ocurre, Valo?
- Yo... no quiero morir. es posible que el hecho de que saltara viniera conducido por el contenido de esa carta... Pero yo no quiero morir. Me equivocaba. La vida merece la pena vivirla. Lo verdaderamente triste es que mi madre nunca llegó a saberlo.
- Lo se... Pero aun no es tarde para volver a la Tierra. Puedes revivir si quieres.
- ¡¿Que?! ¿Y como se hace eso?
- Solo tienes que pedírmelo y yo haré por ti.
- Esta bien, pues quiero....
- ¡Espera!
- ¿Que?
 
¿Qué le pasaba ahora al atontado este?
 
- Hay... algo que llevo queriendo hacer desde que te conocí. Y antes de revivir, quiero probarlo. Por favor.
- ¿Luego volveré a la Tierra?
- Te lo juro.
- ¿Y que es?
 
Sentí un escalofrío. A pesar de no tener cuerpo, sentía sensaciones como esa con total claridad. Un ruido extraño llegó a mi oreja. Como si alguien estuviera respirando con dificultad.
 
- ¿Que... haces?
- A esto se le llama fusión de almas. Es una sensación realmente única. Solo pueden realizarla dos almas compatibles... Aguanta. 
 
Un leve dolor invadió mi cuerpo. Pero, a diferencia de otros, este dolor no molestaba. es mas, tenia un cierto agrado. Los puntazos de dolor se incrementaban cada vez con mas frecuencia. Pero, aún así, yo quería mas... ¿Qué es esta sensación?
 
- Yo sé lo que es.
 
Preferí no preguntarle el que. Su respuesta me daba miedo.  Poco a poco, el dolor iba desapareciendo. Y el frio también. Al rato, volví a estar como antes.
 
- Vaya... ¿Qué ha sido eso?
- Es fácil. Es lo equivalente al sexo en los humanos. Pero lo nuestro es mas profundo. Por que no se hace con el cuerpo...
- Sino con el alma. 
 
Atzin ríe.
 
- Creo que deberíamos volver. Mamá y papá nos echarán de menos... Tenemos que volver a ser la misma familia de antes. 
 
 
Asiento. Sin previo aviso, esa masa oscura que era mi hermano desapareció. de hecho, todo lo de mi alrededor desapareció. En su lugar había luz. cada vez mas luz. Parecía que estaba siendo conducido aun lugar parecido al cielo. Estaba feliz. Solo me dejaba llevar libremente...
 
 
Hasta que abrí los ojos.
 
 
 
 
Creo que nunca me había abrazado tanto en toda mi vida. Mamá me apretó fuertemente mientras seguía llorando.
 
- Lo siento. - dijo entre llanto y llanto. - Jamás debí dejar esa carta en un lugar como el armario donde se puede encontrar fácilmente.
- ¡Mamá, tranquilízate!
- ¡No puedo!
- Entiendo que estés aun asustada por el hecho de verme muerto... pero estoy bien. Cálmate. No quiero verte llorar mas.
 
Mi madre me miró con cara extraña.
 
- ¿Muerto? Hijo mío, nunca has estado muerto. Solo estuviste inconsciente una semana desde que pasó eso de la carta.
 
¿Pero que...?
 
- Pero yo... Yo creí...
 
Ya lo entiendo. Había sido una alucinación provocada por Atzin mientras estaba inconsciente. Así que, realmente jamás había saltado por la ventana. Miré a Atzin con una mirada asesina. Él comprendió mi enfado y no dijo ni palabra.
 
- Creo... Que debes de estar algo cansado. - dice mi padre mientras mi madre y él se levantan para marcharse. - Nosotros nos vamos. Esta noche quédate con él, Atzin. Ah, y procura no matarle de un disgusto, por favor.
- Haré lo que pueda. - dijo Atzin en tono irónico.
 
La puerta se cerró. Al asegurarme que papá y mamá estaban fuera de la habitación del hospital, cogí una almohada y la aprendí a golpes contra Atzin.
 
- ¡Idiota! ¡Maldito idiota! ¡Me dijiste que estaba muerto!
- ¡Tranquilízate! ¡Si te calmas tal vez te lo puedo explicar!
- ¡NO!
 
Seguí dándole golpes sin cansarme. Era increíble como podía tener tanta energía a pesar de haber estado mas de una semana en el hospital. Pero una de ellas se me fue de las manos. No, Atzin me la quitó. La tiró al suelo. Intenté recuperarla abalanzándome sobre él. Pero Atzin, con una fuerza que yo ignoraba que tenia, me empujó para que cayera sentado en la cama.
 
- ¡Me has empujado!
- ¡Es que eres un histérico!
 
Me puse la mano en el corazón intentando calmarme. Él tenia razón, parecía un histérico. me intenté tumbar, mientras intentaba que mi respiración se ralentizara. Atzin se acercó a mi y me dio la almohada.
 
- ¿Mejor?
- Si... creo que si.
- Oye... siento haberte mentido. Pero yo... Solo quería hacerte creer que estabas muerto para hacer que no tuvieras esas ganas de morirte. Pensé que si lo hacía así... Cambiarias tu forma de pensar.
 
Suspiré. Atzin me cogió de las manos.
 
- Pero... Todo lo que hicimos luego era real. Realmente nos fusionamos... Fue la mejor experiencia de mi vida. Fue una experiencia ... de éxtasis.
 
Sonreí. Para mi también había sido una experiencia muy agradable. pero eso no quitaba que Atzin me había mentido. Con una sola mirada se lo hice entender todo.
 
- Por favor, Alain, no te rindas. Si hay otro motivo por el cual te mentí era por que quería que vivieses, y que estuvieses a mi lado. Quería que alegraras la vida de papá y mamá. Y la mía también.
 
En eses instante, a Atzin se le cae una lágrima. Y luego otra. Y otra. No paraba de llorar mientras me miraba a los ojos. Le abracé. Él me apretó fuertemente.
 
- Prométeme que no vas a volver a darme disgustos así nunca mas. No quiero un mundo sin mi querido Valo... Por favor.
 
Me quedé pensativo. No sabia si podría cumplir una promesa así. Aun así, si quería animar a mi hermano, al igual que él había hecho conmigo, solo habían tres palabras que podía decir:
 
 
- Te lo juro.
 
CONTINUARÁ... 

viernes, 7 de febrero de 2014

Capítulo 9: No dejes de brillar.

 
 
 
Mi querido Alain...
 
 
Todo se ha vuelto tan complicado últimamente... La vida no siempre nos trata como nos merecemos, pero en tu caso se ha excedido. Estoy aquí a tu lado en el hospital para desmentirte lo que dijiste antes de desmayarte: aquello que pasó no fue tu culpa. Tu existencia nunca ha sido un problema para nadie y, desde luego, no para tu madre.
 
Tuviste mal suerte. Solo ha sido eso. Si existiera el destino, dudo mucho que el tuyo sea sufrir pr existir. Tu existencia no provocó en ningún momento el fatal desenlace de tu madre. Ella te protegió. Intentó que tuvieras otra oportunidad para poder dejar salir tu luz interior, esa luz que te carazcteriza. Esa luz que ahora, después de leer aquella carta, noto que se va apagando cada vez mas.
 
En el momento en que te desmayaste, noté que una parte de ti había muerto. Aquella parte que hacia que pudieras sonreír sin motivo alguno, que hacia que tu risa alegrara a cualquiera que lo oyera... en definitiva, aquella parte de ti que te hace especial. mentiría si dijera que aquello no me afectó. Tu luz es lo que me mantiene vivo. No puedes rendirte ahora.
 
 He estado siglos buscando un alma compatible con la mia, que hiciera mas visible mi oscuridad. Por fin te he encontrado, pero ahora ese alma se esta consumiendo a si mismo. Como una estrella que muere y se convierte en un agujero negro. Antes eras una estrella. La estrella mas brillante que he visto nunca. Ahora, te estas destrozando por dentro.
 
 
 
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Ha pasado mas de una semana desde que estas aquí. ¿Cuándo piensas despertar? ¿Por qué no haces lo que haces siempre: abres los ojos, nos miras a todos y nos das un abrazo mientras sonries? En mi opinión, ya has sufrido bastante. El pasado es pasado. Y lo que pasó hace 12 años, pasó, y ya no se volverá a repetir. ¿Porque, entonces, siques así? ¿Qué tengo que hacer para verte sonreir otra vez?
 
Sé que te pido muchas cosas, y que lo he hecho siempre. Pero, si consigues superar esto, te juro por mi alma que solo te pediré una cosa de ahora en adelante: no dejes nunca de brillar. Eres luz, yo oscuridad. No puede haber oscuridad si no hay luz. Tampoco puede haber luz si no hay oscuridad. ¿Lo entiendes ahora? Nos necesitamos mutuamente. Por eso, si uno de los dos cae en el abismo, es responsabilidad del otro hacer que vuelva en sí otra vez.
 
Y es lo que haré yo. Daré lo mejor de mi para verte sonreir de nuevo, mi querido Valo.
 
 
 
 
 
 
y Quien iba a decirme a mi que, una semana después, el mundo volvería a iluminarse tanto como lo hacía antes.
 
CONTINUARÁ...


viernes, 31 de enero de 2014

Capítulo 8: El pasado me mata.

 
No se como ha pasado esto.
 
No se porque el destino me ha querido jugar esta mala pasada. ¿Esto es verdad, o es solo una burda mentira? ¿De verdad mi existencia solo ha creado sufrimiento? ¿Por qué cuando ya empezaba a acostumbrarme a mi nuevo hogar me ocurre algo inesperado y totalmente doloroso? Es la primera vez en toda mi vida en la que deseo morirme... El pasado me mata.
 
Todo empezó esta mañana, cuando estaba leyendo un libro que me prestó mi hermano llamado "La isla del tesoro." Es un libro antiguo, pero que realmente a mi me gustó bastante. Estaba leyendo como Silver entraba en la empalizada del doctor y los demás del bando bueno, cuando el libro desapareció de mis manos.
 
- ¡A ver si consigues quitármelo!
- ¡Atzin, devuélvemelo! ¡Aun no lo he acabado!
 
Empecé a perseguirlo por toda la casa. Como corre el chico... Seguí persiguiéndolo hasta que mis piernas se agotaron. Apoye las manos en la pared para darme un respiro. Me había cansado tanto que consideré buena idea tumbarme en la cama de mis padres. Realmente no me di cuenta en aquél momento que lo que hice me conduciría al desastre...
 
Atzin se dio cuenta de que ya no le estaba persiguiendo y se tumbó a mi lado. Ambos estábamos exhaustos. Nos quedamos allí un buen rato. Al rato, Atzin se levantó.
 
- ¿Qué pasa?
- Nunca había curioseado en la habitación de papa y mama. Tengo curiosidad en saber lo que hay.
 
No me pareció mala idea. Empezamos a investigar un poco por los cajones de las mesitas de noche. En uno de esos cajones encontré una caja azul que tenia unos objetos de plástico redondos.
 
-¿Que es esto? - dije tendiendo uno de ellos en la mano.
 
Atzin me miró, arqueó una ceja y me dijo:
 
- ¿De verdad quieres saberlo?
- Claro que si.
- Esta bien. Ven.
 
Atzin me contó a la oreja (ya que en voz alta le daba corte) todo sobre esos objetos. No reproduciré con detalles lo que me dijo que era ese objeto, ni para que servía ni la parte del cuerpo que me explicó Atzin que se tenia que poner. Solo sé que en aquel momento tuve una visión un poco negativa sobre mi padre.
 
Seguimos buscando cosas. No encontrábamos nada interesante. De repente, Atzin hizo un importante descubrimiento: allí, en el fondo del armario encontré la maldita carta. Atzin la cogió primero y la leyó un poco. A medida que iba leyendo su cara era mas sorprendida. Acabó de leerla y la guardó en el armario.
 
- ¿Qué es?
- Nada. Sigamos buscando cosas.
- No, ni hablar. Cuéntame que era esa carta.
- ¿Qué carta?
- No te hagas el loco, payaso. Dime que ponía en esa carta y por que tu cara era como si acabaras de descubrir algo importante.
- No.
- ¿Por que no?
- PORQUE NO. Y PUNTO.
 
Nunca había visto a Atzin tan serio. Aun así, me abalancé sobre el armario y cogí la carta. Atzin me la intentó arrebatar. Cuando vio que no podía, se puso en tono suplicante.
 
- Por favor, no...
- Déjame leerla, por favor. Nunca me cuentas nada, y quiero que como mínimo me dejes leer esto. Solo te pido eso.
 
Atzin suspiró.
 
- Esta bien, pero debes jurarme que no te afectará.
- Esta bien, te lo prometo.
- No, prometer no. JURAMELO.
 
No entendía nada de nada, pero se lo juré. Empecé a leer la carta con voz temblorosa, sin saber (por suerte o por desgracia) su contenido.
 
"Querida nueva madre de Alain.
 
Soy yo, la mujer que lo llevó dentro durante 8 casi 9 meses dentro mío. Te escribo esto para darte las gracias por lo que harás en un futuro: acoger a mi hijo y darle una mejor vida de la que yo nunca le podré dar. Las circunstancias de la vida han hecho que el incluirle dentro de mi hogar sea algo imposible. Pero no por culpa mía. Créame que si de mi dependiera no dejaría que se fuese nunca de mis brazos.
 
Él nunca le quiso. Es mas, creo que ni siquiera me quiso a mi. En casa, su palabra era la ley. Se hacia lo que él pedía y no había discusión. Cuando algo no salía como él quería, la emprendía a golpes conmigo. Aun tengo unas marcas alrededor del cuerpo, pero la mayoría se han ido de mi cuerpo, pero no de mi mente. Incluso a día de hoy me cuesta conciliar el sueño, ya que en mi oreja suenan aun los gritos que iban acompañados de los golpes. Aun que, la gota que colmó el vaso fue cuando le anuncié con miedo que llevaba dentro una vida que se iba formando poco a poco. No recuerdo exactamente que pasó. Lo último que me viene a la mente antes de despertar en el hospital fue un grito de rabia que venia de él. El medico me miró detenidamente cada golpe que tenia y, acto seguido, miró a la vida que tenia dentro. Me dijo, preocupado y aliviado a la vez, que no sabia la suerte que había tenido de que mi bebé estuviera vivo aun. Al oír esas palabras, se me cayó una lágrima. Fue entonces cuando tomé una decisión.
 
Nos separamos, muy a su pesar. Compré un piso de dos habitaciones, lo justo para que el niño estuviera cómodo. Cambié mi numero de móvil y de correo electrónico. Estaba todo preparado para poderle dar una mejor vida a ese nuevo miembro en mi familia. El niño nació 8 meses después, por parto natural. Le llamé Alain, que en sus orígenes celtas significa apuesto, noble armonía, alegre. El niño al principio lloraba bastante, pero a los pocos minutos ya se acostumbró a mis brazos. Nos llevábamos bien. Inocentemente pensé que por fin había encontrado la felicidad... Pero nada mas lejos de la realidad.
 
Un dia sin saber como mi porqué, recibí un fax. Era mi abogada. Ese hombre, que nunca había querido a su hijo, reclamaba su custodia. No entendía porque, puesto que nunca había mostrado interés por su hijo. Los meses pasaron muy lentamente y, después de un juicio increíblemente pesado, gané la custodia. Estaba feliz, pero ya no me sentía con ganas de luchar. Ese imbécil me quitó las ganas de vivir . Pensé seriamente en la idea de quitarme de en medio. Tenia muchas dudas. Sabia perfectamente que aun que hubiésemos ganado el juicio, aquel hombre no nos dejaría en paz ni a mi ni a su hijo.
 
Por eso te escribo esta carta. Quiero darle una mejor vida mi querido Alain. Así que, cuando acabe de escribir la última palabra de esta carta, llevare a Alain a un orfanato y le pondré en adopción. Les pediré a los encargados del orfanato que nunca permitan que mi hijo sea adoptado por su padre. Acto seguido me iré a casa. me tumbaré en mi cama y pensaré la forma perfecta para despedirme de este lugar llamado Tierra. Muchas personas pensarán que no debería rendirme, y que debería luchar hasta el final, pero ya no tengo fuerzas para ello. No quiero que mi hijo crezca en un hogar donde se vea constantemente acosado por uno de sus progenitores, mientras que el otro intenta protegerle. Quiero que sea feliz, y sonría.
 
Por favor, no te conozco, pero quiero que me prometas que serás una madre ejemplar para él. No quiero que él sufra nunca. Por eso te pido que no le enseñes nunca esta carta, a no ser que él quiera saber algo de mí. No quiero que conozca las horribles verdades que le envolvieron al nacer. Cuídalo, y demuéstrale que las familias felices no son un cuento de hadas y que existen de verdad.
Sé que lo harás. No sé por que, pero lo sé. Muchísimas gracias.
 
 
Con cariño, Kathy.
 
 
PD: Por favor, te pido que pase lo que pase, mi hijo conserve su nombre real. Sé que no es un nombre especialmente bonito, pero es su nombre. Lo que le define. Creo que eso no debería cambiar nunca."
 
 
 
Al acabar la última palabra, dejé caer la carta de entre mis manos. Mi cuerpo perdió toda su fuerza para mantenerse en pie él mismo y caí de rodillas al suelo. Me cubrí la cara con las manos y empecé a llorar con fuerza a la vez que gritaba de rabia. Mi hermano me abrazó. Él también estaba llorando.
 
- ¡Mentiroso! ¡Me dijiste que no te afectaría!
 
Lloraba. Lloraba sin parar. Ni siquiera el estar en los brazos de mi hermano me servía de algo. El corazón se me había roto en pocos minutos. Gritaba "¡Mama!" entre cada llanto mientras me agarraba con fuerza a los brazos de Atzin. Este me abrazaba, temeroso de no encontrar la manera de consolarme.
 
Entre llanto y llanto, todo se volvió oscuro. Creo que me desmayé. O era la muerte. No lo sabia en ese instante. Pero no me importaba mucho.
 
Porque, a diferencia de otras veces, no quería despertarme nunca.
 
CONTINUARÁ...

viernes, 24 de enero de 2014

Capítulo 7: Pegado a tí

  
Estoy volando.
 
Noto como si atravesara el cielo con solo abrir los brazos y que el viento me golpea en la cara. De repente, siento que estoy siendo zarandeado. Oigo un susurro, como si alguien me estuviera llamando. Reconozco esa voz. La había oído antes. Es mas, la oigo cada día. Fue entonces cuando me di cuenta de mi verdadera situación.
 
- Al, ¡Al, despierta!
- ¿Eh? Dejame dormir más, mamá...
- Estamos en clase, idiota.
 
Si, efectivamente, estábamos en clase y me había dormido. Y no solo eso. También tenia todos las miradas de mis compañeros puestos en mi.
 
- ¿Te encuentras bien, Alain?
- Si... últimamente no duermo bien... pero estoy bien.
 
No sonaba muy convincente, pero era lo único que podía decir. No podía decirle a todo el mundo que me pasaba las noches en vela observando a Atzin dormir.
 
- ¿Por que lo haces? - me dijo mi hermano al salir de clase.
- No se de que me hablas.
- Sé lo que piensas, por que lo veo. Y no ha sido lo único que he notado esta semana. Parece que me persigas.
- No te persigo.
- ¿Qué no? Mírate. Estamos en el baño y has estado detrás mío desde que hemos salido de la aula. ¿Qué pasa?
- Solo... me gusta estar contigo. Has hecho tanta cosas por mi... Te aprecio mucho.
 
Atzin parecía conmovido.
 
- Vaya, yo... gracias por decirme eso pero... no tienes que estar siempre encima mío. Eres mi hermano, es cierto, pero...
Ya empezaba a ver por donde iba todo esto.
 
- No quieres que dependa de ti, ¿no es así?
 
Atzin asintió, con miedo a que me lo tomara mal. Aun así, fui comprensivo.
 
- Lo entiendo.
Le sonreí. Empecé a caminar hacia casa como hacía siempre, pero con una clara diferencia: iba por un camino diferente al de Atzin.
- Nos vemos en casa. - le dije.
A pesar de entender la posición de mi hermano, me sentía triste. Me gustaba estar con él, hablar con él, compartir cosas con él, pero... Es evidente que eso le molesta. Y lo último que quiero es eso.
- Lo siento. - dije, para mi mismo, mientras apretaba el collar en mi mano. - ... Pero no me merezco llevarlo.
Me quité el collar y me disponía a tirarlo, cuando algo me detuvo. Simplemente... no podía.
 
- ¿Por que no? - me llegó una voz al cerebro. - Hazlo, si quieres. Nada te obliga a llevarlo.
- ¡No! Sabes que no puedo.
- Haz lo que quieras. Eres un ser libre. Eres... un alma libre. Las almas libres deciden ellas solas que esta bien y que esta mal. Pero cuando un alma siente apego a otra...
- ¿Qué ocurre entonces?
- ... Eso contribuye a su autodestrucción.
 
Oh...
- Por eso te digo que seas libre, no vayas persiguiéndome. Necesito mi espacio y tu necesitas el tuyo.
- No... ¡No! No quiero eso. Estoy pegado a ti, ¿entiendes?
- Valo... por favor.
- ¿Por favor que? Creo en el destino y tu y yo estamos destinados a estar juntos para siempre. ¿O no te acuerdas lo que me preguntaste aquel día? Quiero ser ese alma que te complemente, esa alma con la que estés para siempre en tu realidad y con la que te sientas a gusto.
- Ya sé que quieres eso. Lo leo en tu mente cada día, pero... ¿Es que no entiendes que esto te puede perjudicar? ¿No entiendes que puedes acabar muy mal si estas conmigo?
 
Apreté los puños con fuerza.
 
- ... El que no entiendes nada eres tu. Te estoy entregando mi alma para siempre, a la vez que estoy aceptando todas las consecuencias que eso me traerá.
- ¿Sabes lo que es para siempre? Eso es mucho tiempo. Te cansaras de mi y entonces no podrás volver atrás.
- Me da igual. Estaré contigo y punto. Atzin... gracias por preocuparte por mi pero esta es mi decisión. Acéptala. Como hermano tuyo... te lo pido.
 
Se hizo el silencio. Supongo que Atzin se lo estaría pensando.
 
- ... ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Dime.
- Si digo que si... ¿me dejaras tener mi espacio al menos en la escuela?
- ¿En la escuela?
- Si. Ya tendremos momentos tu y yo en casa.
- Entiendo...
- Hazlo por mi... Por favor.
- Tumma... Por ti haría lo que sea.
 
Atzin ríe.
 
- Eres el mejor hermano del mundo... - me dijo. - No lo olvides.
- Y tu no olvides que vas a tener que soportarme durante toda la eternidad.
- Que bien... Serán muchas horas de divertida conversación.
 
Nos reímos. Poco a poco, deje de oír su voz en mi mente. Fue entonces cuando decidí volver a ponerme el collar de "Valo" y acelerar mi paso para llegar a casa. Al llegar, todo era silencio. Como siempre, papá y mamá aun no estaban. Subí a mi habitación compartida y me encontré con la siguiente escena: Atzin, en MI cama durmiendo con uno de mis peluches favoritos de pequeño. No entendía nada, pero no pude dejar de mirarle, al igual que las noches anteriores. En cambio, esa vez decidí marcharme de la habitación. No quería agobiarle.
 
Decidí darle espacio y hacer mas amigos en clase, tal y como le prometí. Iba con ellos en los descansos, me relacionaba y, de vez en cuando Atzin se unía a nosotros. Todo me iba bien, y me sentía integrado en un lugar por primera vez en mi vida. Estaba muy feliz por aquello. Me sentía eufórico y lleno de energía y nada podía hacer que dejara de sentirme así... O eso creía yo.
  
Porque fue entonces cuando se empezó a mascar la tragedia.
 
 
CONTINUARÁ...
 

viernes, 17 de enero de 2014

Capítulo 6: No sé volar.

 
 
- ¿Estas lista, Mary?.
 
 
Nuestros padres se van a casa de una amiga que acaba de tener una niña. Se van en sábado, por lo que nos dejan a Atzin y a mi solos hasta el domingo por la tarde. Que horror...
 
 
- ¿No estas contento eh, hermanito? -me dice cuando papá y mamá aun no se habian ido. -  ¡Estaras todo un fin de semana a solas conmigo! Es genial. Podremos hacer muchas cosas guays.
 
 
Inexplicablemente, despues de decir la ultima frase, me entro un escalofrío.
 
 
- Bueno, nos vamos ya. - dijo mi madre.
- Cuidad bien de la casa. - dijo papa, mas preocupado que de costumbre.
- Que si, que no os preocupeis. - dice Atzin.
- Ah, cariño...
- ¿Si, mamá? - le pregunto.
- Por favor, evita que Atzin se acerque al canario. La última vez que tuvimos uno desapareció misteriosamente.
- No desapareció. - dijo mi hermano algo molesto. - El pobre queria libertad.
- Si claro. Como la verdura que tirabas de pequeño por la ventana, ¿no? ¿También querias liberarla?
 
Atzin hace una mueca. Mamá suspira. Nos da un beso en la mejilla a los dos, coge las cosas y se dirige a la puerta.
 
- ¡Arthur!
- ¡Ya va! - nos echa una mirada llena de dulzura. - Parece que vuestra madre tiene muchas ganas de irse.
- ¿Tu no?
- Estoy muy preocupado. Solo espero que no os pase nada.
- Tranquilo, sé cuidar de este. - dijo Atzin.
- Oye, tengo un nombre.
 
Atzin se ríe. "¿Y ahora de que te ríes?", pensé yo. "De lo de: "Oye, tengo un nombre.". "Sigo sin verle la gracia." Atzin dejó correr el asunto, pero noté como se estaba aguantando la risa. Papá se despidió de nosotros y cerró la puerta con suavidad, como si tuviera miedo de que montáramos una fiesta a los pocos segundos de marcharse.
 
Estábamos solos. Él y yo. Yo y él. ¿Porqué será que la idea no me agradaba en absoluto?
 
- Bueno... Estamos solos.
- Si... - dije yo.
- ¿Qué te parece si liberamos al canario?
- ¡No! Mamá te ha advertido que no lo hicieras.
- No lo ha hecho, solo ha dicho que me vigilaras. - coge la jaula. - Por cierto, lo haces de pena. He cogido la jaula delante de tus narices y ni te has inmutado.
- Déjala donde estaba.
 
Mis advertencias no sirvieron para nada. El pájaro voló y se perdió en el cielo azul. En vez de regañar a Atzin por no hacerme caso, me quedé mirando a ese extraño animal volador y me di cuenta de una cosa que puede parecer una cosa un tanto obvia: yo no sé volar. Desde aquél momento sentí ganas de poder volar por el cielo sin preocuparme de nada. Ojalá pudiera hacerlo...
 
El resto del día pasó realmente muy rápido. Comimos de lo que encontramos en la nevera, ya que ambos nos pusimos de acuerdo en que ese estofado que había hecho mamá no tenia pinta de ser sano. Acto seguido, pusimos la música un rato e hicimos el tonto hasta que un vecino se quejó. En ese momento, creímos conveniente la idea de irnos a dormir. Y eso fue lo que hicimos. Pero... no pude. No paraba de dar vueltas en la cama sin razón alguna. Algo me tenia inquieto, y no sabia lo que era.
 
 
Ante mi inquietud injustificada, decidí relajarme y subir al tejado. Hacia un poco de frío (estábamos en enero), por lo que me llevé una chaqueta. Me senté en las losas y miré al cielo. Que estrellas tan bonitas...
 
- Sí, son realmente preciosas...
 
Cuando quise darme cuenta, tenia a Atzin al lado.
 
- Hola... - le dije yo.
- No puedes dormir, ¿eh?
- No, ¿y tú?
- Tampoco. Hay demasiado silencio.
- Si... Ahora que por fin me había acostumbrado a los ronquidos de papá...
 
Nos reímos.
 
- ¿Porqué me inquieta tanto el que estemos solos tú y yo?
- Creo que ya sé porqué.
- Pues, por favor, explícamelo.
- Llevas dos meses aquí... Y ya te has acostumbrado a lo que es estar en familia.
 
Mi corazón dio un vuelco. No me esperaba esa reflexión. Pero lo mas fuerte de todo es que llevaba toda la razón.
 
- Veras... si algo he aprendido en los pocos años que llevo en este mundo es que la familia es un núcleo muy importante en la vida de un ser humano. Y si alguno de los miembros de una familia se va, los demás se sienten inquietos... algunos hasta sienten tristeza. Es lo que te está pasando a ti... Y es lo que me pasaba a mi antes de que llegaras a aquí.
 
¿Como?
 
- ¿Me... me lo estas diciendo enserio?
 
Atzin asiente.
 
- Sentía que la familia estaba un poco vacía. Ahora sé que quien faltaba en ella eres tú.
 
Sonreí. Sentí una especie de felicidad que no había sentido nunca.
 
- Y como parte de tu familia... - dijo, levantándose. - Es mi deber enseñarte cosas. Ven, levántate.
 
Le hice caso y me levanté. Atzin me cogió con un brazo y levantó ligeramente el otro.
 
- ¿Qué vas a...?
- Cierra los ojos.
- Pero...
- Tú hazme caso.
 
Cerré los ojos con miedo a lo que pudiera hacerme. De repente, empecé a notar que nos hacíamos cada vez mas ligeros... como si flotáramos.
 
- Ábrelos.
 
Abrí los ojos y casi me da un ataque. Estábamos volando.
 
- ¿¡PERO QUE!?
- Tranquilo, no te va a pasar nada.
- ¿Por que haces esto?
- Tu querías volar, ¿no?
 
Es cierto. Se me había olvidado aquel deseo casi imposible.
 
- Es cierto que estamos volando pero... el que vuelas eres tú. Yo no hago nada.
- Oh, es cierto. Entonces... - me suelta un poco. - Hazlo tu.
- ¿Estas loco? ¡No sé ni como se hace!
- Yo te enseñare.
 
Estaba aterrorizado, y Atzin lo veía en mi cara.
 
- Coge tu collar, el que pone tu nombre. Cierra los ojos y apreta tu nombre en tu mano. Al mismo tiempo, piensa que eres un pájaro... Un canario, por ejemplo. Imagina que vas volando, y que nada puede pararte.
 
Haciendo caso a sus instrucciones, abrí los ojos de nuevo y me di cuenta que estaba volando, pero sin la ayuda de Atzin.
 
- Uala...
- Esa es tu gran habilidad. Has conseguido encontrarla, a pesar de que siempre ha estado escondida dentro de ti... - se acerca a mi y me toca la cara. - Estoy muy orgulloso de ti... Mi querido Valo. 
 
Me sentí feliz al oír mi nombre dicho por él. Sonaba mucho mejor.
 
- ¿No crees que es una noche preciosa?
 
Miré al cielo. Sí que lo era. pero, mas que la noche, era lo que estaba sucediendo en ella. Habia conseguido cumplir uno de mis sueños.
 
 
Ya sabia volar.
 
CONTINUARÁ...

viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 5: Desconocido.

 
Que incomodo. Estamos en clase y Atzin no para de mirarme. ¿Que quiere? "¿Porque me miras?", pensé. Supuse que como tiene la afición de leerme la mente, lo estaria haciendo ahora. Y no me equivocaba. "Solo te observo.", piensa él con una sonrisa. "Pues para. Me pones nervioso." Pensé yo.  "Solo quiero observarte con atencion. " ¿Eh? "¿Porque? ¿Que tengo yo de interesante?" Atzin rie. "No sabria que decirte. Tienes algo, pero no se el que." Me rio. Me habia dicho eso tantas veces...  Que suerte que nadie puede oir nuestra conversacion, sinó nos tomarian por locos.
 
- ¿Me lo contaras algun dia? - le dije, mientras íbamos a casa.
- Tengo que contarte tantas cosas...
- Pues si son tantas, empieza ya, ¿no?
- No.
- ¿Por que?
- Por que no me apetece.
 
Me enfurruñé.
 
- ¿Sabes que? ¡Estoy harto de ti! ¡Esta visto que no te importo nada!
- ¿Pero que dices? No sabes nada.
- ¿Y que es lo que no sé? - Atzin se encoge de hombros. - Ai, mira, da igual.
 
Empiezo a andar más rápido.
 
- ¡Espera!
 
Hago caso omiso a los gritos de mi hermano a medida que voy aumentando mi velocidad. Acabo corriendo.
 
- ¡Déjame en paz!
- ¡Por favor, déjame explicártelo!
- ¿Qué vas a explicar? No creo que seas capaz de contarme nada.
 
Entro en casa. Papá y mamá no están, por suerte. Con el buen corazón que tienen no creo que les sentara bien vernos así. Entro en nuestra habitación y cierro la puerta pero Atzin lo intenta impedir empujando. Empezamos a forcejear.
 
- ¡Vete!
- ¡Esta es mi habitación, también!
- ¡Da igual, vete!
 
Al final consigo cerrar la puerta. Atzin llama varias veces pero yo no le hago caso. Llega la noche y alguien llama a la puerta de nuevo.
 
- Cielo soy yo, mamá. ¿Por qué no vienes a comer?
- No tengo hambre. Lo siento.

Oigo a mamá suspirar.

- Atzin, te lo dejo a ti. ¡Yo me rindo!
- No creo que yo consiga nada mamá. - dice, a la vez que su voz se va alejando cada vez mas.

Silencio. No oigo nada, ninguna voz ni ningún suspiro, excepto del que sale de mi boca. Cualquiera que me observe puede pensar que esto es una reacción exagerada a que Atzin no haya querido contarme alguno de sus secretos. Y no se equivoca, pero tampoco ha acertado. Cada vez que me niega el saber más de él, algo se remueve dentro mío. Poco a poco he llegado a la conclusión de que aquel que yo veo como un hermano es en realidad un completo extraño. Que yo haya conocido parte de su pasado como alma habitante de la guarida de las almas no significa nada. Es un extraño, y yo lo soy para él.


Ahora todo encaja. Por eso esta misma mañana ha estado observándome tan atentamente: para conocerme más y saber mas de mí y juzgar por él mismo si soy apto o no para saber algunos secretos suyos. Que idiota.

- Tu si que eres idiota.
 
Su voz penetró dentro de mi como un cuchillo y me hicieron regresar de los pensamientos en los que estaba metido. Estaba tan absorto en mis deducciones que ni me había dado cuenta de que estaba en ese extraño lugar otra vez. De repente, apareció ante mi. Siempre quise preguntarle como había atravesado la puerta, pero en aquel momento las palabras no salieron de mi boca.
 
- Eres muy persistente ¿sabes? - dijo, acercándose a mi. - Si no te cuento algo es porque no quiero. y no insistas mas. cuanto mas insistas, mas tardare en darte un nombre. Y eso que justamente hoy por la mañana había encontrado el nombre perfecto para ti. Pero...
- ¿Pero...? - fue lo único que pude decir.
- con lo que ha pasado hoy... debería reconsiderármelo. El nombre que había pensado... tiene un significado, y en aquel momento pensé que ese era el adecuado para ti. Pero me he equivocado... otra vez.
 
 
Me quedé en silencio. Atzin tiene razón. Sea cual sea el nombre no me lo merezco.
 
- Aun que... esto no es definitivo. ¿Puedo preguntarte una cosa.?
- Dime.
- ¿Qué ocurrirá si te digo el nombre ahora?
- ¿Cómo que qué ocurrirá?
- ¿Seguirás siendo el mismo chico insistente... o tendrás paciencia para esperar a que te cuente algo?
 
Me quedé pensando.
 
- Si fuera por mi... - empecé a decir - ... diría que me lo dijeses. Pero no puedo prometer que dejaré de preguntar cosas... pero puedo intentarlo. 
 
Atzin suspira. 
 
- Como siempre, me das una respuesta múltiple. No vas a cambiar nunca.
 
Miro a mi hermano, con expresión extraña. pensé que se iba a decepcionar de mí, y que iba a volver a llevarme a mi realidad. En vez de eso se mete la mano en el bolsillo, y de ahí saca un hilo como de un collar y cuatro letras de plata.
 
- ¿Qué es eso?
- Tu nombre.
- ¿Mi nombre? ¿El nombre que has pensado para mí tiene solo cuatro letras?
- Pues si. Pero no es un nombre cualquiera. Acércate a mi y pon las manos como las mías.
 
Le hago caso. Pongo las manos juntas y extiendo los brazos muy cerca de las manos de Atzin. Al hacerlo parece que nuestras manos empiezan a emitir una especie de luz. Atzin pone el hilo del collar encima de mis manos y va pasando las letras una a una, a medida que se va parando en cada una de ellas, como si cada una tuviera fuerza propia.
 
 
 
... V ...
 
- V de varado. Es una palabra que me recuerda a ti, por que parece
que siempre estés a la deriva en un mar de preguntas, buscando respuestas. Es algo que
 siempre me ha gustado de ti.
 
... A ...
 
- A de absorto. Siempre pareces estar muy concentrado en algo,
la mayoría de veces pensando en mi y en mis misterios. Eso hace que me
sienta vivo.
 
... L ...
 
- L de lúcido. Muestras lo que sientes de una forma clara. Tanto si lo dices como
si no, lo podre notar dentro de tu corazón. Por eso eres merecedor
 de esta letra, y no me arrepiento al dártela.
 
... O ...
 
- O de océano. Te otorgo esta letra por que el océano tiene movimiento y misterios.
Se mueve en muchas direcciones, tiene mucha energía. A veces
provoca desastres, y a veces maravillas.
 
 
 
- Estas letras, puestas en el orden que lo he dicho generan un significado realmente único... - me pone el collar en el cuello, sin que yo oponga resistencia. - ... que solo puedes llevar tú.
 
Asentí.
 
- Pero... - me coge la mano para que toque el collar que llevaba, en el que ponía "Tumma" -  su significado solo lo podrás entender cuando te explique que significa este.
 
Sonrío.
 
- De acuerdo.
 
 
Todo volvió a la normalidad. La imagen de mi hermano, al igual que la oscuridad, desapareció de mi vista. Inconscientemente, me toqué el cuello. El collar estaba, por lo que sabia que aquello había pasado de verdad. me miré en el espejo. "Me llamo ... Valo."
 
Valo...
 
 
No sé que significa ese nombre. Pero realmente no me importa. Yo soy Valo. Y, sea cual sea su significado, lo llevaré con orgullo.
 
Para siempre.
 
CONTINUARÁ...

jueves, 2 de enero de 2014

Capítulo 4: Primer dia de escuela

Hoy es mi primer dia de escuela. Después de dos meses preparándome, por fin puedo decir que estoy listo. Normalmente se empiezan las clases en septiembre, pero dado que llegué a casa en noviembre y que no había tenido casi ninguna formación durante toda mi vida, necesitaba ponerme al dia. Mis padres y hermano me enseñaban todo lo que tenían que saber. La verdad es que se me daba muy bien, tanto que solo en los meses de noviembre y diciembre aprendí toda la materia de primaria y parte del primer curso de ESO, que es el curso que voy a empezar hoy.

Y ese es el motivo por el cual ahora mismo estoy enfrente de la puerta de la escuela, con el corazón que se me va a salir del pecho. De repente, y sin esperarmelo, alguien me da una palmada en la espalda que a punto ha estado de hacerme perder el equilibrio. ¿Que quién era? Creo que no hace falta decirlo.

- ¿Vas a estar todo el día ahí parado o vas a entrar?
- Callate, Tumma. Estoy muy nervioso. Eso es todo.

Me miró seriamente.

- No me llames Tumma en la escuela. Es un nombre secreto que solo debes saberlo tú, no los demas mortales.

Suspiré.

- Atzin, de verdad,  hay veces que no te entiendo.
- Tranquilo, llegará el dia en que me entenderás perfectamente.
- Si me lo explicaras...
- Si tuvieras paciencia...
- Ya han pasado dos meses. Me estoy cansando de esperar a que me cuentes algo.
- Te conté lo de la guarida de las almas. Y por própia voluntad.
- Pero no me has contado lo de Tumma.
- Tumma es solo un nombre. Yo considero que es de mas importancia saber el origen de mi ser que el de mi nombre.
- Pero guardan relación entre ellos, ¿no?

Suena el timbre de la escuela.

- ¿Oyes eso? Va a empezar la primera clase. - me coje del brazo. - Ven, te enseñaré cual és tu clase.
- ¡Oye! ¡No me cambies de tema!

Entramos en clase. Mi hermano se acerca a la profesora, le dice quien soy y se sienta en una de las mesas que habia mas cerca de la pizarra. El pupitre que había a su lado estaba vacio. Si mi intuicion no me fallaba, me iban a sentar a su lado. Genial, si ya me iba a ser dificil acostumbrarme a un ambiente así, para colmo iban a ponerme al lado de mi querido hermano. Me tendria que hacer a la idea de que algun día Atzin iba a interrumpir las clases metiendome en su oscura realidad, mientras mis compañeros no se percataban de nada. Y no solo eso. Su sola presencia me incomodaria y no me dejaria atender. Aunque no tenia otra opción. No conocía a nadie mas aparte de él.

Despues de sentarse, unos cuantos compañeros suyos le hicieron preguntas. Supongo que serian preguntas relacionadas conmigo. A continuación unos 20 pares de ojos me miraron fijamente. Era un extraño para ellos. Me empezó a entrar una sensación de nerviosismo. Empezé a hiperventilar casi sin darme cuenta. Queria irme, queria marcharme de allí, pero las piernas no me respondían. Socorro, grité dentro de mi. Ayuda. Que alguien me saque de aquí. Por favor...


"Relájate."

Una voz inundó mis penamientos. ¿Quien era?

"Son niños de nuestra edad. No te van a hacer nada. ¿Confias en mi? ¿Confías en lo que dice tu querido Atzin?"

Le miré brevemente. ¿Era posible lo que estaba pasando? ¿Es que la telepatía realmente podia ser posible?

La profesora puso la mano sobre mi hombro. Me sobresalté.

- ¿Te encuentras bien?
- ¿Eh? Ah... S-si. Eso creo.
- Supongo que debes de estar un poco nervioso.
- Si... Un poco.
- Bueno, no pasa nada. ¿Quieres que te presente yo?
- Si, porfavor.

La profesora parece agradable. Me presenta delante de la clase como "el hermano de Atzin". Esta bien que me llame así, pero me gustaria que no se me conociera solo por eso, aun que tengo la intuicion de que ese sera mi mote durante un tiempo.

- ¡Hola, hermano de Atzin!

Un alumno me ha saludado. Los demas rien.

- ¡Chicos! - La profesora interrumpe sus risas.

Parecen simpaticos. Creo que voy a encajar bien. Me siento al lado de Atzin, aun nerviosisimo.

- ¿Que tal he estado? - le susurro.
- Para serte sincero... temblabas tanto que parecias un flan.

Que vergüenza...

-Oye, no me judges. No he echo esto nunca. No se me da bien presentarme. No he tenido que ponerme delante de tanta gente en mi vida...
- Oh, entonces... ¿no estas comodo?
- Claro que  no... Estoy mucho mas relajado si estoy en ese sitio tuyo... ya sabes.

Suelta una risita.

- ¿Que?
- Pensaba que no lo admitirías nunca ... Jeje.
- ¿¡Lo sabias!?
- Puedo leerte el pensamiento, ¿recuerdas?

Suspiro. Mi hermano me agota. Y por mucho que me incorpore a esta escuela y me relacione con otras personas, eso no cambiará.

- Tranquilízate. Hoy es tu primer día, es normal que estés así. - dijo al acabar la clase. - Hoy te voy a presentar a un montón de gente, así que intenta parecer simpático.


Acaba el día y estoy reventado. No sabía que Atzin tuviera tantos amigos. Nunca me había hablado de ellos. Pero lo que mas me preocupaba era... ¿Les había hablado de mi? Y si la respuesta era que si... ¿Qué demonios les había dicho de mi?

- Oye... - le dije cuando estábamos en casa - ¿Qué les has dicho a tus amigos de mi?
- Poca cosa: que eres mi hermano, que eres adoptado... ah, y que antes creías que la ropa cuando estaba en la lavadora y daba vueltas se mareaba.
- ¡ATZIN!
- Que no, que es broma. Pero las dos primeras cosas si que son ciertas.
- Uf...
- Ah, por cierto, les has caído simpático.
- ¡¿Ah, si?!
- Si, dicen que pareces buen chico. Creo que el hecho de que te presentaras a ellos con una sonrisa ha ayudado bastante.
- Ah...
- y una de mis compañeras ha dicho que le parecias adorable y que al verte solo tenia ganas de achucharte, asi que yo de ti me alejaría de ella en la escuela.

Sonreí. Habia pasado la prueba importante para poder integrarme en mi nuevo ambiente. Me sentía orgulloso de mi mismo. De repente, algo que había pasado desapercibido en ese día me vino de nuevo a la mente.

- Oye... Quiero preguntarte una cosa.
- Quieres volver a preguntarme el significado de Tumma, ¿no es así?
- Deja de leerme el pensamiento ¿quieres? Y sí, quería preguntarte eso.

Atzin suspira.

- Sabes que no puedo contártelo.... ¿O es que no confías en mi?
- Si que confió... Pero soy nuevo en esta familia, no se nada de ella. Quiero saber cosas... Sobretodo relacionadas contigo. Me importas mucho. Por eso quiero saberlo. Conocer a mi nuevo hermano.

Le miré a los ojos seriamente. Sus ojos marrón oscuro se volvían negros a medida que hablaba. Pensaba que no estaba escuchando, cuando de repente me contestó.

- Si confiaras en mi serias paciente desde el mismo momento en que te dije que no te podía explicar de momento el significado de Tumma. No puedo explicártelo todo, entiéndelo.
- ¿Hay algo que me puedas contar a día de hoy?
- No mucho. Solo puedo decirte que Tumma es un nombre que no tenia puesto, ni me pusieron papá y mamá (de hecho, ellos no saben de su existencia)... es un nombre que me he inventado yo. Pero no me lo he inventado porque sí, tiene un significado para mi. Lo elegí según su significado, por que se asemejaba mucho a mi forma de ser.
- Vaya... Pues no lo sabia.
- Pues claro que no, no se lo he contado a nadie.

Se quedó en silencio. Me sentía mal por haber estado todo este tiempo presionándole para que me lo contara.

- No te sientas mal, eres un chico curioso. Es normal que lo quieras saber.

Asentí. Lo bueno de que pudiera leerme el pensamiento es que no tenia que contarle nada. El ya lo veía en mi mente.

- Oye... me gustaría pedirte una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Es algo que se me acaba de ocurrir.
- ¿Y que es?
- Yo también quiero un nombre.
- ¿Eh?
- Quiero un nombre como el tuyo. Que signifique algo.
- ¿Quieres que yo me invente un nombre para ti? ¿Es eso?
- Si. Acabo de comprender que lo que mas me gustaría es ser como tú. Tu tienes un nombre, así que yo también quiero uno. Pero quiero que me lo crees tu. Sino no lo quiero.

Le miré. Estaba hablando totalmente enserio, y parece que él me creyó.

- Esta bien, pero dame un día para pensarlo.

Asentí. Aun que estaba un poco intrigado por el nombre que me iba a escoger, sabia que si me lo escogía él, no tendría nada que temer. También me hice una promesa a mi mismo: nunca jamás le volvería a insistir en que me contara algo. Esperaría hasta que Atzin confiara en mi lo suficiente como para abrirme su corazón.


Así que solo me senté y esperé.


CONTINUARÁ...