Estoy volando.
Noto como si atravesara el cielo con solo abrir los brazos y que el
viento me golpea en la cara. De repente, siento que estoy siendo zarandeado.
Oigo un susurro, como si alguien me estuviera llamando. Reconozco esa voz. La
había oído antes. Es mas, la oigo cada día. Fue entonces cuando me di cuenta de
mi verdadera situación.
- Al, ¡Al, despierta!
- ¿Eh? Dejame dormir más, mamá...
- Estamos en clase, idiota.
Si, efectivamente, estábamos en clase y me había dormido. Y no solo eso.
También tenia todos las miradas de mis compañeros puestos en mi.
- ¿Te encuentras bien, Alain?
- Si... últimamente no duermo bien... pero estoy bien.
No sonaba muy convincente, pero era lo único que podía decir. No podía
decirle a todo el mundo que me pasaba las noches en vela observando a Atzin
dormir.
- ¿Por que lo haces? - me dijo mi hermano al salir de clase.
- No se de que me hablas.
- Sé lo que piensas, por que lo veo. Y no ha sido lo único que he notado
esta semana. Parece que me persigas.
- No te persigo.
- ¿Qué no? Mírate. Estamos en el baño y has estado detrás mío desde que
hemos salido de la aula. ¿Qué pasa?
- Solo... me gusta estar contigo. Has hecho tanta cosas por mi... Te
aprecio mucho.
Atzin parecía conmovido.
- Vaya, yo... gracias por decirme eso pero... no tienes que estar siempre
encima mío. Eres mi hermano, es cierto, pero...
Ya empezaba a ver por donde iba todo esto.
- No quieres que dependa de ti, ¿no es así?
Atzin asintió, con miedo a que me lo tomara mal. Aun así, fui comprensivo.
- Lo entiendo.
Le sonreí. Empecé a caminar hacia casa como hacía siempre, pero con una
clara diferencia: iba por un camino diferente al de Atzin.
- Nos vemos en casa. - le dije.
A pesar de entender la posición de mi hermano, me sentía triste. Me gustaba
estar con él, hablar con él, compartir cosas con él, pero... Es evidente que
eso le molesta. Y lo último que quiero es eso.
- Lo siento. - dije, para mi mismo, mientras apretaba el collar en mi mano.
- ... Pero no me merezco llevarlo.
Me quité el collar y me disponía a tirarlo, cuando algo me detuvo.
Simplemente... no podía.
- ¿Por que no? - me llegó una voz al cerebro. - Hazlo, si quieres. Nada te
obliga a llevarlo.
- ¡No! Sabes que no puedo.
- Haz lo que quieras. Eres un ser libre. Eres... un alma libre. Las almas
libres deciden ellas solas que esta bien y que esta mal. Pero cuando un alma
siente apego a otra...
- ¿Qué ocurre entonces?
- ... Eso contribuye a su autodestrucción.
Oh...
- Por eso te digo que seas libre, no vayas persiguiéndome. Necesito mi
espacio y tu necesitas el tuyo.
- No... ¡No! No quiero eso. Estoy pegado a ti, ¿entiendes?
- Valo... por favor.
- ¿Por favor que? Creo en el destino y tu y yo estamos destinados a estar
juntos para siempre. ¿O no te acuerdas lo que me preguntaste aquel día? Quiero
ser ese alma que te complemente, esa alma con la que estés para siempre en tu
realidad y con la que te sientas a gusto.
- Ya sé que quieres eso. Lo leo en tu mente cada día, pero... ¿Es que no
entiendes que esto te puede perjudicar? ¿No entiendes que puedes acabar muy
mal si estas conmigo?
Apreté los puños con fuerza.
- ... El que no entiendes nada eres tu. Te estoy entregando mi alma para siempre,
a la vez que estoy aceptando todas las consecuencias que eso me traerá.
- ¿Sabes lo que es para siempre? Eso es mucho tiempo. Te cansaras de mi y
entonces no podrás volver atrás.
- Me da igual. Estaré contigo y punto. Atzin... gracias por preocuparte por
mi pero esta es mi decisión. Acéptala. Como hermano tuyo... te lo pido.
Se hizo el silencio. Supongo que Atzin se lo estaría pensando.
- ... ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Dime.
- Si digo que si... ¿me dejaras tener mi espacio al menos en la escuela?
- ¿En la escuela?
- Si. Ya tendremos momentos tu y yo en casa.
- Entiendo...
- Hazlo por mi... Por favor.
- Tumma... Por ti haría lo que sea.
Atzin ríe.
- Eres el mejor hermano del mundo... - me dijo. - No lo olvides.
- Y tu no olvides que vas a tener que soportarme durante toda la eternidad.
- Que bien... Serán muchas horas de divertida conversación.
Nos reímos. Poco a poco, deje de oír su voz en mi mente. Fue entonces cuando
decidí volver a ponerme el collar de "Valo" y acelerar mi paso
para llegar a casa. Al llegar, todo era silencio. Como siempre, papá y mamá aun
no estaban. Subí a mi habitación compartida y me encontré con la siguiente
escena: Atzin, en MI cama durmiendo con uno de mis peluches favoritos de
pequeño. No entendía nada, pero no pude dejar de mirarle, al igual que las
noches anteriores. En cambio, esa vez decidí marcharme de la habitación. No
quería agobiarle.
Decidí darle espacio y hacer mas amigos en clase, tal y como le prometí. Iba
con ellos en los descansos, me relacionaba y, de vez en cuando Atzin se unía a
nosotros. Todo me iba bien, y me sentía integrado en un
lugar por primera vez en mi vida. Estaba muy feliz por
aquello. Me sentía eufórico y lleno de energía y nada podía hacer que dejara de
sentirme así... O eso creía yo.
Porque fue entonces cuando se empezó a mascar la tragedia.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario