No se como ha pasado esto.
No se porque el destino me ha querido jugar esta mala pasada. ¿Esto es verdad, o es solo una burda mentira? ¿De verdad mi existencia solo ha creado sufrimiento? ¿Por qué cuando ya empezaba a acostumbrarme a mi nuevo hogar me ocurre algo inesperado y totalmente doloroso? Es la primera vez en toda mi vida en la que deseo morirme... El pasado me mata.
Todo empezó esta mañana, cuando estaba leyendo un libro que me prestó mi hermano llamado "La isla del tesoro." Es un libro antiguo, pero que realmente a mi me gustó bastante. Estaba leyendo como Silver entraba en la empalizada del doctor y los demás del bando bueno, cuando el libro desapareció de mis manos.
- ¡A ver si consigues quitármelo!
- ¡Atzin, devuélvemelo! ¡Aun no lo he acabado!
Empecé a perseguirlo por toda la casa. Como corre el chico... Seguí persiguiéndolo hasta que mis piernas se agotaron. Apoye las manos en la pared para darme un respiro. Me había cansado tanto que consideré buena idea tumbarme en la cama de mis padres. Realmente no me di cuenta en aquél momento que lo que hice me conduciría al desastre...
Atzin se dio cuenta de que ya no le estaba persiguiendo y se tumbó a mi lado. Ambos estábamos exhaustos. Nos quedamos allí un buen rato. Al rato, Atzin se levantó.
- ¿Qué pasa?
- Nunca había curioseado en la habitación de papa y mama. Tengo curiosidad en saber lo que hay.
No me pareció mala idea. Empezamos a investigar un poco por los cajones de las mesitas de noche. En uno de esos cajones encontré una caja azul que tenia unos objetos de plástico redondos.
-¿Que es esto? - dije tendiendo uno de ellos en la mano.
Atzin me miró, arqueó una ceja y me dijo:
- ¿De verdad quieres saberlo?
- Claro que si.
- Esta bien. Ven.
Atzin me contó a la oreja (ya que en voz alta le daba corte) todo sobre esos objetos. No reproduciré con detalles lo que me dijo que era ese objeto, ni para que servía ni la parte del cuerpo que me explicó Atzin que se tenia que poner. Solo sé que en aquel momento tuve una visión un poco negativa sobre mi padre.
Seguimos buscando cosas. No encontrábamos nada interesante. De repente, Atzin hizo un importante descubrimiento: allí, en el fondo del armario encontré la maldita carta. Atzin la cogió primero y la leyó un poco. A medida que iba leyendo su cara era mas sorprendida. Acabó de leerla y la guardó en el armario.
- ¿Qué es?
- Nada. Sigamos buscando cosas.
- No, ni hablar. Cuéntame que era esa carta.
- ¿Qué carta?
- No te hagas el loco, payaso. Dime que ponía en esa carta y por que tu cara era como si acabaras de descubrir algo importante.
- No.
- ¿Por que no?
- PORQUE NO. Y PUNTO.
Nunca había visto a Atzin tan serio. Aun así, me abalancé sobre el armario y cogí la carta. Atzin me la intentó arrebatar. Cuando vio que no podía, se puso en tono suplicante.
- Por favor, no...
- Déjame leerla, por favor. Nunca me cuentas nada, y quiero que como mínimo me dejes leer esto. Solo te pido eso.
Atzin suspiró.
- Esta bien, pero debes jurarme que no te afectará.
- Esta bien, te lo prometo.
- No, prometer no. JURAMELO.
No entendía nada de nada, pero se lo juré. Empecé a leer la carta con voz temblorosa, sin saber (por suerte o por desgracia) su contenido.
"Querida nueva madre de Alain.
Soy yo, la mujer que lo llevó dentro durante 8 casi 9 meses dentro mío. Te escribo esto para darte las gracias por lo que harás en un futuro: acoger a mi hijo y darle una mejor vida de la que yo nunca le podré dar. Las circunstancias de la vida han hecho que el incluirle dentro de mi hogar sea algo imposible. Pero no por culpa mía. Créame que si de mi dependiera no dejaría que se fuese nunca de mis brazos.
Él nunca le quiso. Es mas, creo que ni siquiera me quiso a mi. En casa, su palabra era la ley. Se hacia lo que él pedía y no había discusión. Cuando algo no salía como él quería, la emprendía a golpes conmigo. Aun tengo unas marcas alrededor del cuerpo, pero la mayoría se han ido de mi cuerpo, pero no de mi mente. Incluso a día de hoy me cuesta conciliar el sueño, ya que en mi oreja suenan aun los gritos que iban acompañados de los golpes. Aun que, la gota que colmó el vaso fue cuando le anuncié con miedo que llevaba dentro una vida que se iba formando poco a poco. No recuerdo exactamente que pasó. Lo último que me viene a la mente antes de despertar en el hospital fue un grito de rabia que venia de él. El medico me miró detenidamente cada golpe que tenia y, acto seguido, miró a la vida que tenia dentro. Me dijo, preocupado y aliviado a la vez, que no sabia la suerte que había tenido de que mi bebé estuviera vivo aun. Al oír esas palabras, se me cayó una lágrima. Fue entonces cuando tomé una decisión.
Nos separamos, muy a su pesar. Compré un piso de dos habitaciones, lo justo para que el niño estuviera cómodo. Cambié mi numero de móvil y de correo electrónico. Estaba todo preparado para poderle dar una mejor vida a ese nuevo miembro en mi familia. El niño nació 8 meses después, por parto natural. Le llamé Alain, que en sus orígenes celtas significa apuesto, noble armonía, alegre. El niño al principio lloraba bastante, pero a los pocos minutos ya se acostumbró a mis brazos. Nos llevábamos bien. Inocentemente pensé que por fin había encontrado la felicidad... Pero nada mas lejos de la realidad.
Un dia sin saber como mi porqué, recibí un fax. Era mi abogada. Ese hombre, que nunca había querido a su hijo, reclamaba su custodia. No entendía porque, puesto que nunca había mostrado interés por su hijo. Los meses pasaron muy lentamente y, después de un juicio increíblemente pesado, gané la custodia. Estaba feliz, pero ya no me sentía con ganas de luchar. Ese imbécil me quitó las ganas de vivir . Pensé seriamente en la idea de quitarme de en medio. Tenia muchas dudas. Sabia perfectamente que aun que hubiésemos ganado el juicio, aquel hombre no nos dejaría en paz ni a mi ni a su hijo.
Por eso te escribo esta carta. Quiero darle una mejor vida mi querido Alain. Así que, cuando acabe de escribir la última palabra de esta carta, llevare a Alain a un orfanato y le pondré en adopción. Les pediré a los encargados del orfanato que nunca permitan que mi hijo sea adoptado por su padre. Acto seguido me iré a casa. me tumbaré en mi cama y pensaré la forma perfecta para despedirme de este lugar llamado Tierra. Muchas personas pensarán que no debería rendirme, y que debería luchar hasta el final, pero ya no tengo fuerzas para ello. No quiero que mi hijo crezca en un hogar donde se vea constantemente acosado por uno de sus progenitores, mientras que el otro intenta protegerle. Quiero que sea feliz, y sonría.
Por favor, no te conozco, pero quiero que me prometas que serás una madre ejemplar para él. No quiero que él sufra nunca. Por eso te pido que no le enseñes nunca esta carta, a no ser que él quiera saber algo de mí. No quiero que conozca las horribles verdades que le envolvieron al nacer. Cuídalo, y demuéstrale que las familias felices no son un cuento de hadas y que existen de verdad.
Sé que lo harás. No sé por que, pero lo sé. Muchísimas gracias.
Con cariño, Kathy.
PD: Por favor, te pido que pase lo que pase, mi hijo conserve su nombre real. Sé que no es un nombre especialmente bonito, pero es su nombre. Lo que le define. Creo que eso no debería cambiar nunca."
Al acabar la última palabra, dejé caer la carta de entre mis manos. Mi cuerpo perdió toda su fuerza para mantenerse en pie él mismo y caí de rodillas al suelo. Me cubrí la cara con las manos y empecé a llorar con fuerza a la vez que gritaba de rabia. Mi hermano me abrazó. Él también estaba llorando.
- ¡Mentiroso! ¡Me dijiste que no te afectaría!
Lloraba. Lloraba sin parar. Ni siquiera el estar en los brazos de mi hermano me servía de algo. El corazón se me había roto en pocos minutos. Gritaba "¡Mama!" entre cada llanto mientras me agarraba con fuerza a los brazos de Atzin. Este me abrazaba, temeroso de no encontrar la manera de consolarme.
Entre llanto y llanto, todo se volvió oscuro. Creo que me desmayé. O era la muerte. No lo sabia en ese instante. Pero no me importaba mucho.
Porque, a diferencia de otras veces, no quería despertarme nunca.
CONTINUARÁ...