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viernes, 31 de enero de 2014

Capítulo 8: El pasado me mata.

 
No se como ha pasado esto.
 
No se porque el destino me ha querido jugar esta mala pasada. ¿Esto es verdad, o es solo una burda mentira? ¿De verdad mi existencia solo ha creado sufrimiento? ¿Por qué cuando ya empezaba a acostumbrarme a mi nuevo hogar me ocurre algo inesperado y totalmente doloroso? Es la primera vez en toda mi vida en la que deseo morirme... El pasado me mata.
 
Todo empezó esta mañana, cuando estaba leyendo un libro que me prestó mi hermano llamado "La isla del tesoro." Es un libro antiguo, pero que realmente a mi me gustó bastante. Estaba leyendo como Silver entraba en la empalizada del doctor y los demás del bando bueno, cuando el libro desapareció de mis manos.
 
- ¡A ver si consigues quitármelo!
- ¡Atzin, devuélvemelo! ¡Aun no lo he acabado!
 
Empecé a perseguirlo por toda la casa. Como corre el chico... Seguí persiguiéndolo hasta que mis piernas se agotaron. Apoye las manos en la pared para darme un respiro. Me había cansado tanto que consideré buena idea tumbarme en la cama de mis padres. Realmente no me di cuenta en aquél momento que lo que hice me conduciría al desastre...
 
Atzin se dio cuenta de que ya no le estaba persiguiendo y se tumbó a mi lado. Ambos estábamos exhaustos. Nos quedamos allí un buen rato. Al rato, Atzin se levantó.
 
- ¿Qué pasa?
- Nunca había curioseado en la habitación de papa y mama. Tengo curiosidad en saber lo que hay.
 
No me pareció mala idea. Empezamos a investigar un poco por los cajones de las mesitas de noche. En uno de esos cajones encontré una caja azul que tenia unos objetos de plástico redondos.
 
-¿Que es esto? - dije tendiendo uno de ellos en la mano.
 
Atzin me miró, arqueó una ceja y me dijo:
 
- ¿De verdad quieres saberlo?
- Claro que si.
- Esta bien. Ven.
 
Atzin me contó a la oreja (ya que en voz alta le daba corte) todo sobre esos objetos. No reproduciré con detalles lo que me dijo que era ese objeto, ni para que servía ni la parte del cuerpo que me explicó Atzin que se tenia que poner. Solo sé que en aquel momento tuve una visión un poco negativa sobre mi padre.
 
Seguimos buscando cosas. No encontrábamos nada interesante. De repente, Atzin hizo un importante descubrimiento: allí, en el fondo del armario encontré la maldita carta. Atzin la cogió primero y la leyó un poco. A medida que iba leyendo su cara era mas sorprendida. Acabó de leerla y la guardó en el armario.
 
- ¿Qué es?
- Nada. Sigamos buscando cosas.
- No, ni hablar. Cuéntame que era esa carta.
- ¿Qué carta?
- No te hagas el loco, payaso. Dime que ponía en esa carta y por que tu cara era como si acabaras de descubrir algo importante.
- No.
- ¿Por que no?
- PORQUE NO. Y PUNTO.
 
Nunca había visto a Atzin tan serio. Aun así, me abalancé sobre el armario y cogí la carta. Atzin me la intentó arrebatar. Cuando vio que no podía, se puso en tono suplicante.
 
- Por favor, no...
- Déjame leerla, por favor. Nunca me cuentas nada, y quiero que como mínimo me dejes leer esto. Solo te pido eso.
 
Atzin suspiró.
 
- Esta bien, pero debes jurarme que no te afectará.
- Esta bien, te lo prometo.
- No, prometer no. JURAMELO.
 
No entendía nada de nada, pero se lo juré. Empecé a leer la carta con voz temblorosa, sin saber (por suerte o por desgracia) su contenido.
 
"Querida nueva madre de Alain.
 
Soy yo, la mujer que lo llevó dentro durante 8 casi 9 meses dentro mío. Te escribo esto para darte las gracias por lo que harás en un futuro: acoger a mi hijo y darle una mejor vida de la que yo nunca le podré dar. Las circunstancias de la vida han hecho que el incluirle dentro de mi hogar sea algo imposible. Pero no por culpa mía. Créame que si de mi dependiera no dejaría que se fuese nunca de mis brazos.
 
Él nunca le quiso. Es mas, creo que ni siquiera me quiso a mi. En casa, su palabra era la ley. Se hacia lo que él pedía y no había discusión. Cuando algo no salía como él quería, la emprendía a golpes conmigo. Aun tengo unas marcas alrededor del cuerpo, pero la mayoría se han ido de mi cuerpo, pero no de mi mente. Incluso a día de hoy me cuesta conciliar el sueño, ya que en mi oreja suenan aun los gritos que iban acompañados de los golpes. Aun que, la gota que colmó el vaso fue cuando le anuncié con miedo que llevaba dentro una vida que se iba formando poco a poco. No recuerdo exactamente que pasó. Lo último que me viene a la mente antes de despertar en el hospital fue un grito de rabia que venia de él. El medico me miró detenidamente cada golpe que tenia y, acto seguido, miró a la vida que tenia dentro. Me dijo, preocupado y aliviado a la vez, que no sabia la suerte que había tenido de que mi bebé estuviera vivo aun. Al oír esas palabras, se me cayó una lágrima. Fue entonces cuando tomé una decisión.
 
Nos separamos, muy a su pesar. Compré un piso de dos habitaciones, lo justo para que el niño estuviera cómodo. Cambié mi numero de móvil y de correo electrónico. Estaba todo preparado para poderle dar una mejor vida a ese nuevo miembro en mi familia. El niño nació 8 meses después, por parto natural. Le llamé Alain, que en sus orígenes celtas significa apuesto, noble armonía, alegre. El niño al principio lloraba bastante, pero a los pocos minutos ya se acostumbró a mis brazos. Nos llevábamos bien. Inocentemente pensé que por fin había encontrado la felicidad... Pero nada mas lejos de la realidad.
 
Un dia sin saber como mi porqué, recibí un fax. Era mi abogada. Ese hombre, que nunca había querido a su hijo, reclamaba su custodia. No entendía porque, puesto que nunca había mostrado interés por su hijo. Los meses pasaron muy lentamente y, después de un juicio increíblemente pesado, gané la custodia. Estaba feliz, pero ya no me sentía con ganas de luchar. Ese imbécil me quitó las ganas de vivir . Pensé seriamente en la idea de quitarme de en medio. Tenia muchas dudas. Sabia perfectamente que aun que hubiésemos ganado el juicio, aquel hombre no nos dejaría en paz ni a mi ni a su hijo.
 
Por eso te escribo esta carta. Quiero darle una mejor vida mi querido Alain. Así que, cuando acabe de escribir la última palabra de esta carta, llevare a Alain a un orfanato y le pondré en adopción. Les pediré a los encargados del orfanato que nunca permitan que mi hijo sea adoptado por su padre. Acto seguido me iré a casa. me tumbaré en mi cama y pensaré la forma perfecta para despedirme de este lugar llamado Tierra. Muchas personas pensarán que no debería rendirme, y que debería luchar hasta el final, pero ya no tengo fuerzas para ello. No quiero que mi hijo crezca en un hogar donde se vea constantemente acosado por uno de sus progenitores, mientras que el otro intenta protegerle. Quiero que sea feliz, y sonría.
 
Por favor, no te conozco, pero quiero que me prometas que serás una madre ejemplar para él. No quiero que él sufra nunca. Por eso te pido que no le enseñes nunca esta carta, a no ser que él quiera saber algo de mí. No quiero que conozca las horribles verdades que le envolvieron al nacer. Cuídalo, y demuéstrale que las familias felices no son un cuento de hadas y que existen de verdad.
Sé que lo harás. No sé por que, pero lo sé. Muchísimas gracias.
 
 
Con cariño, Kathy.
 
 
PD: Por favor, te pido que pase lo que pase, mi hijo conserve su nombre real. Sé que no es un nombre especialmente bonito, pero es su nombre. Lo que le define. Creo que eso no debería cambiar nunca."
 
 
 
Al acabar la última palabra, dejé caer la carta de entre mis manos. Mi cuerpo perdió toda su fuerza para mantenerse en pie él mismo y caí de rodillas al suelo. Me cubrí la cara con las manos y empecé a llorar con fuerza a la vez que gritaba de rabia. Mi hermano me abrazó. Él también estaba llorando.
 
- ¡Mentiroso! ¡Me dijiste que no te afectaría!
 
Lloraba. Lloraba sin parar. Ni siquiera el estar en los brazos de mi hermano me servía de algo. El corazón se me había roto en pocos minutos. Gritaba "¡Mama!" entre cada llanto mientras me agarraba con fuerza a los brazos de Atzin. Este me abrazaba, temeroso de no encontrar la manera de consolarme.
 
Entre llanto y llanto, todo se volvió oscuro. Creo que me desmayé. O era la muerte. No lo sabia en ese instante. Pero no me importaba mucho.
 
Porque, a diferencia de otras veces, no quería despertarme nunca.
 
CONTINUARÁ...

viernes, 24 de enero de 2014

Capítulo 7: Pegado a tí

  
Estoy volando.
 
Noto como si atravesara el cielo con solo abrir los brazos y que el viento me golpea en la cara. De repente, siento que estoy siendo zarandeado. Oigo un susurro, como si alguien me estuviera llamando. Reconozco esa voz. La había oído antes. Es mas, la oigo cada día. Fue entonces cuando me di cuenta de mi verdadera situación.
 
- Al, ¡Al, despierta!
- ¿Eh? Dejame dormir más, mamá...
- Estamos en clase, idiota.
 
Si, efectivamente, estábamos en clase y me había dormido. Y no solo eso. También tenia todos las miradas de mis compañeros puestos en mi.
 
- ¿Te encuentras bien, Alain?
- Si... últimamente no duermo bien... pero estoy bien.
 
No sonaba muy convincente, pero era lo único que podía decir. No podía decirle a todo el mundo que me pasaba las noches en vela observando a Atzin dormir.
 
- ¿Por que lo haces? - me dijo mi hermano al salir de clase.
- No se de que me hablas.
- Sé lo que piensas, por que lo veo. Y no ha sido lo único que he notado esta semana. Parece que me persigas.
- No te persigo.
- ¿Qué no? Mírate. Estamos en el baño y has estado detrás mío desde que hemos salido de la aula. ¿Qué pasa?
- Solo... me gusta estar contigo. Has hecho tanta cosas por mi... Te aprecio mucho.
 
Atzin parecía conmovido.
 
- Vaya, yo... gracias por decirme eso pero... no tienes que estar siempre encima mío. Eres mi hermano, es cierto, pero...
Ya empezaba a ver por donde iba todo esto.
 
- No quieres que dependa de ti, ¿no es así?
 
Atzin asintió, con miedo a que me lo tomara mal. Aun así, fui comprensivo.
 
- Lo entiendo.
Le sonreí. Empecé a caminar hacia casa como hacía siempre, pero con una clara diferencia: iba por un camino diferente al de Atzin.
- Nos vemos en casa. - le dije.
A pesar de entender la posición de mi hermano, me sentía triste. Me gustaba estar con él, hablar con él, compartir cosas con él, pero... Es evidente que eso le molesta. Y lo último que quiero es eso.
- Lo siento. - dije, para mi mismo, mientras apretaba el collar en mi mano. - ... Pero no me merezco llevarlo.
Me quité el collar y me disponía a tirarlo, cuando algo me detuvo. Simplemente... no podía.
 
- ¿Por que no? - me llegó una voz al cerebro. - Hazlo, si quieres. Nada te obliga a llevarlo.
- ¡No! Sabes que no puedo.
- Haz lo que quieras. Eres un ser libre. Eres... un alma libre. Las almas libres deciden ellas solas que esta bien y que esta mal. Pero cuando un alma siente apego a otra...
- ¿Qué ocurre entonces?
- ... Eso contribuye a su autodestrucción.
 
Oh...
- Por eso te digo que seas libre, no vayas persiguiéndome. Necesito mi espacio y tu necesitas el tuyo.
- No... ¡No! No quiero eso. Estoy pegado a ti, ¿entiendes?
- Valo... por favor.
- ¿Por favor que? Creo en el destino y tu y yo estamos destinados a estar juntos para siempre. ¿O no te acuerdas lo que me preguntaste aquel día? Quiero ser ese alma que te complemente, esa alma con la que estés para siempre en tu realidad y con la que te sientas a gusto.
- Ya sé que quieres eso. Lo leo en tu mente cada día, pero... ¿Es que no entiendes que esto te puede perjudicar? ¿No entiendes que puedes acabar muy mal si estas conmigo?
 
Apreté los puños con fuerza.
 
- ... El que no entiendes nada eres tu. Te estoy entregando mi alma para siempre, a la vez que estoy aceptando todas las consecuencias que eso me traerá.
- ¿Sabes lo que es para siempre? Eso es mucho tiempo. Te cansaras de mi y entonces no podrás volver atrás.
- Me da igual. Estaré contigo y punto. Atzin... gracias por preocuparte por mi pero esta es mi decisión. Acéptala. Como hermano tuyo... te lo pido.
 
Se hizo el silencio. Supongo que Atzin se lo estaría pensando.
 
- ... ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Dime.
- Si digo que si... ¿me dejaras tener mi espacio al menos en la escuela?
- ¿En la escuela?
- Si. Ya tendremos momentos tu y yo en casa.
- Entiendo...
- Hazlo por mi... Por favor.
- Tumma... Por ti haría lo que sea.
 
Atzin ríe.
 
- Eres el mejor hermano del mundo... - me dijo. - No lo olvides.
- Y tu no olvides que vas a tener que soportarme durante toda la eternidad.
- Que bien... Serán muchas horas de divertida conversación.
 
Nos reímos. Poco a poco, deje de oír su voz en mi mente. Fue entonces cuando decidí volver a ponerme el collar de "Valo" y acelerar mi paso para llegar a casa. Al llegar, todo era silencio. Como siempre, papá y mamá aun no estaban. Subí a mi habitación compartida y me encontré con la siguiente escena: Atzin, en MI cama durmiendo con uno de mis peluches favoritos de pequeño. No entendía nada, pero no pude dejar de mirarle, al igual que las noches anteriores. En cambio, esa vez decidí marcharme de la habitación. No quería agobiarle.
 
Decidí darle espacio y hacer mas amigos en clase, tal y como le prometí. Iba con ellos en los descansos, me relacionaba y, de vez en cuando Atzin se unía a nosotros. Todo me iba bien, y me sentía integrado en un lugar por primera vez en mi vida. Estaba muy feliz por aquello. Me sentía eufórico y lleno de energía y nada podía hacer que dejara de sentirme así... O eso creía yo.
  
Porque fue entonces cuando se empezó a mascar la tragedia.
 
 
CONTINUARÁ...
 

viernes, 17 de enero de 2014

Capítulo 6: No sé volar.

 
 
- ¿Estas lista, Mary?.
 
 
Nuestros padres se van a casa de una amiga que acaba de tener una niña. Se van en sábado, por lo que nos dejan a Atzin y a mi solos hasta el domingo por la tarde. Que horror...
 
 
- ¿No estas contento eh, hermanito? -me dice cuando papá y mamá aun no se habian ido. -  ¡Estaras todo un fin de semana a solas conmigo! Es genial. Podremos hacer muchas cosas guays.
 
 
Inexplicablemente, despues de decir la ultima frase, me entro un escalofrío.
 
 
- Bueno, nos vamos ya. - dijo mi madre.
- Cuidad bien de la casa. - dijo papa, mas preocupado que de costumbre.
- Que si, que no os preocupeis. - dice Atzin.
- Ah, cariño...
- ¿Si, mamá? - le pregunto.
- Por favor, evita que Atzin se acerque al canario. La última vez que tuvimos uno desapareció misteriosamente.
- No desapareció. - dijo mi hermano algo molesto. - El pobre queria libertad.
- Si claro. Como la verdura que tirabas de pequeño por la ventana, ¿no? ¿También querias liberarla?
 
Atzin hace una mueca. Mamá suspira. Nos da un beso en la mejilla a los dos, coge las cosas y se dirige a la puerta.
 
- ¡Arthur!
- ¡Ya va! - nos echa una mirada llena de dulzura. - Parece que vuestra madre tiene muchas ganas de irse.
- ¿Tu no?
- Estoy muy preocupado. Solo espero que no os pase nada.
- Tranquilo, sé cuidar de este. - dijo Atzin.
- Oye, tengo un nombre.
 
Atzin se ríe. "¿Y ahora de que te ríes?", pensé yo. "De lo de: "Oye, tengo un nombre.". "Sigo sin verle la gracia." Atzin dejó correr el asunto, pero noté como se estaba aguantando la risa. Papá se despidió de nosotros y cerró la puerta con suavidad, como si tuviera miedo de que montáramos una fiesta a los pocos segundos de marcharse.
 
Estábamos solos. Él y yo. Yo y él. ¿Porqué será que la idea no me agradaba en absoluto?
 
- Bueno... Estamos solos.
- Si... - dije yo.
- ¿Qué te parece si liberamos al canario?
- ¡No! Mamá te ha advertido que no lo hicieras.
- No lo ha hecho, solo ha dicho que me vigilaras. - coge la jaula. - Por cierto, lo haces de pena. He cogido la jaula delante de tus narices y ni te has inmutado.
- Déjala donde estaba.
 
Mis advertencias no sirvieron para nada. El pájaro voló y se perdió en el cielo azul. En vez de regañar a Atzin por no hacerme caso, me quedé mirando a ese extraño animal volador y me di cuenta de una cosa que puede parecer una cosa un tanto obvia: yo no sé volar. Desde aquél momento sentí ganas de poder volar por el cielo sin preocuparme de nada. Ojalá pudiera hacerlo...
 
El resto del día pasó realmente muy rápido. Comimos de lo que encontramos en la nevera, ya que ambos nos pusimos de acuerdo en que ese estofado que había hecho mamá no tenia pinta de ser sano. Acto seguido, pusimos la música un rato e hicimos el tonto hasta que un vecino se quejó. En ese momento, creímos conveniente la idea de irnos a dormir. Y eso fue lo que hicimos. Pero... no pude. No paraba de dar vueltas en la cama sin razón alguna. Algo me tenia inquieto, y no sabia lo que era.
 
 
Ante mi inquietud injustificada, decidí relajarme y subir al tejado. Hacia un poco de frío (estábamos en enero), por lo que me llevé una chaqueta. Me senté en las losas y miré al cielo. Que estrellas tan bonitas...
 
- Sí, son realmente preciosas...
 
Cuando quise darme cuenta, tenia a Atzin al lado.
 
- Hola... - le dije yo.
- No puedes dormir, ¿eh?
- No, ¿y tú?
- Tampoco. Hay demasiado silencio.
- Si... Ahora que por fin me había acostumbrado a los ronquidos de papá...
 
Nos reímos.
 
- ¿Porqué me inquieta tanto el que estemos solos tú y yo?
- Creo que ya sé porqué.
- Pues, por favor, explícamelo.
- Llevas dos meses aquí... Y ya te has acostumbrado a lo que es estar en familia.
 
Mi corazón dio un vuelco. No me esperaba esa reflexión. Pero lo mas fuerte de todo es que llevaba toda la razón.
 
- Veras... si algo he aprendido en los pocos años que llevo en este mundo es que la familia es un núcleo muy importante en la vida de un ser humano. Y si alguno de los miembros de una familia se va, los demás se sienten inquietos... algunos hasta sienten tristeza. Es lo que te está pasando a ti... Y es lo que me pasaba a mi antes de que llegaras a aquí.
 
¿Como?
 
- ¿Me... me lo estas diciendo enserio?
 
Atzin asiente.
 
- Sentía que la familia estaba un poco vacía. Ahora sé que quien faltaba en ella eres tú.
 
Sonreí. Sentí una especie de felicidad que no había sentido nunca.
 
- Y como parte de tu familia... - dijo, levantándose. - Es mi deber enseñarte cosas. Ven, levántate.
 
Le hice caso y me levanté. Atzin me cogió con un brazo y levantó ligeramente el otro.
 
- ¿Qué vas a...?
- Cierra los ojos.
- Pero...
- Tú hazme caso.
 
Cerré los ojos con miedo a lo que pudiera hacerme. De repente, empecé a notar que nos hacíamos cada vez mas ligeros... como si flotáramos.
 
- Ábrelos.
 
Abrí los ojos y casi me da un ataque. Estábamos volando.
 
- ¿¡PERO QUE!?
- Tranquilo, no te va a pasar nada.
- ¿Por que haces esto?
- Tu querías volar, ¿no?
 
Es cierto. Se me había olvidado aquel deseo casi imposible.
 
- Es cierto que estamos volando pero... el que vuelas eres tú. Yo no hago nada.
- Oh, es cierto. Entonces... - me suelta un poco. - Hazlo tu.
- ¿Estas loco? ¡No sé ni como se hace!
- Yo te enseñare.
 
Estaba aterrorizado, y Atzin lo veía en mi cara.
 
- Coge tu collar, el que pone tu nombre. Cierra los ojos y apreta tu nombre en tu mano. Al mismo tiempo, piensa que eres un pájaro... Un canario, por ejemplo. Imagina que vas volando, y que nada puede pararte.
 
Haciendo caso a sus instrucciones, abrí los ojos de nuevo y me di cuenta que estaba volando, pero sin la ayuda de Atzin.
 
- Uala...
- Esa es tu gran habilidad. Has conseguido encontrarla, a pesar de que siempre ha estado escondida dentro de ti... - se acerca a mi y me toca la cara. - Estoy muy orgulloso de ti... Mi querido Valo. 
 
Me sentí feliz al oír mi nombre dicho por él. Sonaba mucho mejor.
 
- ¿No crees que es una noche preciosa?
 
Miré al cielo. Sí que lo era. pero, mas que la noche, era lo que estaba sucediendo en ella. Habia conseguido cumplir uno de mis sueños.
 
 
Ya sabia volar.
 
CONTINUARÁ...

viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 5: Desconocido.

 
Que incomodo. Estamos en clase y Atzin no para de mirarme. ¿Que quiere? "¿Porque me miras?", pensé. Supuse que como tiene la afición de leerme la mente, lo estaria haciendo ahora. Y no me equivocaba. "Solo te observo.", piensa él con una sonrisa. "Pues para. Me pones nervioso." Pensé yo.  "Solo quiero observarte con atencion. " ¿Eh? "¿Porque? ¿Que tengo yo de interesante?" Atzin rie. "No sabria que decirte. Tienes algo, pero no se el que." Me rio. Me habia dicho eso tantas veces...  Que suerte que nadie puede oir nuestra conversacion, sinó nos tomarian por locos.
 
- ¿Me lo contaras algun dia? - le dije, mientras íbamos a casa.
- Tengo que contarte tantas cosas...
- Pues si son tantas, empieza ya, ¿no?
- No.
- ¿Por que?
- Por que no me apetece.
 
Me enfurruñé.
 
- ¿Sabes que? ¡Estoy harto de ti! ¡Esta visto que no te importo nada!
- ¿Pero que dices? No sabes nada.
- ¿Y que es lo que no sé? - Atzin se encoge de hombros. - Ai, mira, da igual.
 
Empiezo a andar más rápido.
 
- ¡Espera!
 
Hago caso omiso a los gritos de mi hermano a medida que voy aumentando mi velocidad. Acabo corriendo.
 
- ¡Déjame en paz!
- ¡Por favor, déjame explicártelo!
- ¿Qué vas a explicar? No creo que seas capaz de contarme nada.
 
Entro en casa. Papá y mamá no están, por suerte. Con el buen corazón que tienen no creo que les sentara bien vernos así. Entro en nuestra habitación y cierro la puerta pero Atzin lo intenta impedir empujando. Empezamos a forcejear.
 
- ¡Vete!
- ¡Esta es mi habitación, también!
- ¡Da igual, vete!
 
Al final consigo cerrar la puerta. Atzin llama varias veces pero yo no le hago caso. Llega la noche y alguien llama a la puerta de nuevo.
 
- Cielo soy yo, mamá. ¿Por qué no vienes a comer?
- No tengo hambre. Lo siento.

Oigo a mamá suspirar.

- Atzin, te lo dejo a ti. ¡Yo me rindo!
- No creo que yo consiga nada mamá. - dice, a la vez que su voz se va alejando cada vez mas.

Silencio. No oigo nada, ninguna voz ni ningún suspiro, excepto del que sale de mi boca. Cualquiera que me observe puede pensar que esto es una reacción exagerada a que Atzin no haya querido contarme alguno de sus secretos. Y no se equivoca, pero tampoco ha acertado. Cada vez que me niega el saber más de él, algo se remueve dentro mío. Poco a poco he llegado a la conclusión de que aquel que yo veo como un hermano es en realidad un completo extraño. Que yo haya conocido parte de su pasado como alma habitante de la guarida de las almas no significa nada. Es un extraño, y yo lo soy para él.


Ahora todo encaja. Por eso esta misma mañana ha estado observándome tan atentamente: para conocerme más y saber mas de mí y juzgar por él mismo si soy apto o no para saber algunos secretos suyos. Que idiota.

- Tu si que eres idiota.
 
Su voz penetró dentro de mi como un cuchillo y me hicieron regresar de los pensamientos en los que estaba metido. Estaba tan absorto en mis deducciones que ni me había dado cuenta de que estaba en ese extraño lugar otra vez. De repente, apareció ante mi. Siempre quise preguntarle como había atravesado la puerta, pero en aquel momento las palabras no salieron de mi boca.
 
- Eres muy persistente ¿sabes? - dijo, acercándose a mi. - Si no te cuento algo es porque no quiero. y no insistas mas. cuanto mas insistas, mas tardare en darte un nombre. Y eso que justamente hoy por la mañana había encontrado el nombre perfecto para ti. Pero...
- ¿Pero...? - fue lo único que pude decir.
- con lo que ha pasado hoy... debería reconsiderármelo. El nombre que había pensado... tiene un significado, y en aquel momento pensé que ese era el adecuado para ti. Pero me he equivocado... otra vez.
 
 
Me quedé en silencio. Atzin tiene razón. Sea cual sea el nombre no me lo merezco.
 
- Aun que... esto no es definitivo. ¿Puedo preguntarte una cosa.?
- Dime.
- ¿Qué ocurrirá si te digo el nombre ahora?
- ¿Cómo que qué ocurrirá?
- ¿Seguirás siendo el mismo chico insistente... o tendrás paciencia para esperar a que te cuente algo?
 
Me quedé pensando.
 
- Si fuera por mi... - empecé a decir - ... diría que me lo dijeses. Pero no puedo prometer que dejaré de preguntar cosas... pero puedo intentarlo. 
 
Atzin suspira. 
 
- Como siempre, me das una respuesta múltiple. No vas a cambiar nunca.
 
Miro a mi hermano, con expresión extraña. pensé que se iba a decepcionar de mí, y que iba a volver a llevarme a mi realidad. En vez de eso se mete la mano en el bolsillo, y de ahí saca un hilo como de un collar y cuatro letras de plata.
 
- ¿Qué es eso?
- Tu nombre.
- ¿Mi nombre? ¿El nombre que has pensado para mí tiene solo cuatro letras?
- Pues si. Pero no es un nombre cualquiera. Acércate a mi y pon las manos como las mías.
 
Le hago caso. Pongo las manos juntas y extiendo los brazos muy cerca de las manos de Atzin. Al hacerlo parece que nuestras manos empiezan a emitir una especie de luz. Atzin pone el hilo del collar encima de mis manos y va pasando las letras una a una, a medida que se va parando en cada una de ellas, como si cada una tuviera fuerza propia.
 
 
 
... V ...
 
- V de varado. Es una palabra que me recuerda a ti, por que parece
que siempre estés a la deriva en un mar de preguntas, buscando respuestas. Es algo que
 siempre me ha gustado de ti.
 
... A ...
 
- A de absorto. Siempre pareces estar muy concentrado en algo,
la mayoría de veces pensando en mi y en mis misterios. Eso hace que me
sienta vivo.
 
... L ...
 
- L de lúcido. Muestras lo que sientes de una forma clara. Tanto si lo dices como
si no, lo podre notar dentro de tu corazón. Por eso eres merecedor
 de esta letra, y no me arrepiento al dártela.
 
... O ...
 
- O de océano. Te otorgo esta letra por que el océano tiene movimiento y misterios.
Se mueve en muchas direcciones, tiene mucha energía. A veces
provoca desastres, y a veces maravillas.
 
 
 
- Estas letras, puestas en el orden que lo he dicho generan un significado realmente único... - me pone el collar en el cuello, sin que yo oponga resistencia. - ... que solo puedes llevar tú.
 
Asentí.
 
- Pero... - me coge la mano para que toque el collar que llevaba, en el que ponía "Tumma" -  su significado solo lo podrás entender cuando te explique que significa este.
 
Sonrío.
 
- De acuerdo.
 
 
Todo volvió a la normalidad. La imagen de mi hermano, al igual que la oscuridad, desapareció de mi vista. Inconscientemente, me toqué el cuello. El collar estaba, por lo que sabia que aquello había pasado de verdad. me miré en el espejo. "Me llamo ... Valo."
 
Valo...
 
 
No sé que significa ese nombre. Pero realmente no me importa. Yo soy Valo. Y, sea cual sea su significado, lo llevaré con orgullo.
 
Para siempre.
 
CONTINUARÁ...

jueves, 2 de enero de 2014

Capítulo 4: Primer dia de escuela

Hoy es mi primer dia de escuela. Después de dos meses preparándome, por fin puedo decir que estoy listo. Normalmente se empiezan las clases en septiembre, pero dado que llegué a casa en noviembre y que no había tenido casi ninguna formación durante toda mi vida, necesitaba ponerme al dia. Mis padres y hermano me enseñaban todo lo que tenían que saber. La verdad es que se me daba muy bien, tanto que solo en los meses de noviembre y diciembre aprendí toda la materia de primaria y parte del primer curso de ESO, que es el curso que voy a empezar hoy.

Y ese es el motivo por el cual ahora mismo estoy enfrente de la puerta de la escuela, con el corazón que se me va a salir del pecho. De repente, y sin esperarmelo, alguien me da una palmada en la espalda que a punto ha estado de hacerme perder el equilibrio. ¿Que quién era? Creo que no hace falta decirlo.

- ¿Vas a estar todo el día ahí parado o vas a entrar?
- Callate, Tumma. Estoy muy nervioso. Eso es todo.

Me miró seriamente.

- No me llames Tumma en la escuela. Es un nombre secreto que solo debes saberlo tú, no los demas mortales.

Suspiré.

- Atzin, de verdad,  hay veces que no te entiendo.
- Tranquilo, llegará el dia en que me entenderás perfectamente.
- Si me lo explicaras...
- Si tuvieras paciencia...
- Ya han pasado dos meses. Me estoy cansando de esperar a que me cuentes algo.
- Te conté lo de la guarida de las almas. Y por própia voluntad.
- Pero no me has contado lo de Tumma.
- Tumma es solo un nombre. Yo considero que es de mas importancia saber el origen de mi ser que el de mi nombre.
- Pero guardan relación entre ellos, ¿no?

Suena el timbre de la escuela.

- ¿Oyes eso? Va a empezar la primera clase. - me coje del brazo. - Ven, te enseñaré cual és tu clase.
- ¡Oye! ¡No me cambies de tema!

Entramos en clase. Mi hermano se acerca a la profesora, le dice quien soy y se sienta en una de las mesas que habia mas cerca de la pizarra. El pupitre que había a su lado estaba vacio. Si mi intuicion no me fallaba, me iban a sentar a su lado. Genial, si ya me iba a ser dificil acostumbrarme a un ambiente así, para colmo iban a ponerme al lado de mi querido hermano. Me tendria que hacer a la idea de que algun día Atzin iba a interrumpir las clases metiendome en su oscura realidad, mientras mis compañeros no se percataban de nada. Y no solo eso. Su sola presencia me incomodaria y no me dejaria atender. Aunque no tenia otra opción. No conocía a nadie mas aparte de él.

Despues de sentarse, unos cuantos compañeros suyos le hicieron preguntas. Supongo que serian preguntas relacionadas conmigo. A continuación unos 20 pares de ojos me miraron fijamente. Era un extraño para ellos. Me empezó a entrar una sensación de nerviosismo. Empezé a hiperventilar casi sin darme cuenta. Queria irme, queria marcharme de allí, pero las piernas no me respondían. Socorro, grité dentro de mi. Ayuda. Que alguien me saque de aquí. Por favor...


"Relájate."

Una voz inundó mis penamientos. ¿Quien era?

"Son niños de nuestra edad. No te van a hacer nada. ¿Confias en mi? ¿Confías en lo que dice tu querido Atzin?"

Le miré brevemente. ¿Era posible lo que estaba pasando? ¿Es que la telepatía realmente podia ser posible?

La profesora puso la mano sobre mi hombro. Me sobresalté.

- ¿Te encuentras bien?
- ¿Eh? Ah... S-si. Eso creo.
- Supongo que debes de estar un poco nervioso.
- Si... Un poco.
- Bueno, no pasa nada. ¿Quieres que te presente yo?
- Si, porfavor.

La profesora parece agradable. Me presenta delante de la clase como "el hermano de Atzin". Esta bien que me llame así, pero me gustaria que no se me conociera solo por eso, aun que tengo la intuicion de que ese sera mi mote durante un tiempo.

- ¡Hola, hermano de Atzin!

Un alumno me ha saludado. Los demas rien.

- ¡Chicos! - La profesora interrumpe sus risas.

Parecen simpaticos. Creo que voy a encajar bien. Me siento al lado de Atzin, aun nerviosisimo.

- ¿Que tal he estado? - le susurro.
- Para serte sincero... temblabas tanto que parecias un flan.

Que vergüenza...

-Oye, no me judges. No he echo esto nunca. No se me da bien presentarme. No he tenido que ponerme delante de tanta gente en mi vida...
- Oh, entonces... ¿no estas comodo?
- Claro que  no... Estoy mucho mas relajado si estoy en ese sitio tuyo... ya sabes.

Suelta una risita.

- ¿Que?
- Pensaba que no lo admitirías nunca ... Jeje.
- ¿¡Lo sabias!?
- Puedo leerte el pensamiento, ¿recuerdas?

Suspiro. Mi hermano me agota. Y por mucho que me incorpore a esta escuela y me relacione con otras personas, eso no cambiará.

- Tranquilízate. Hoy es tu primer día, es normal que estés así. - dijo al acabar la clase. - Hoy te voy a presentar a un montón de gente, así que intenta parecer simpático.


Acaba el día y estoy reventado. No sabía que Atzin tuviera tantos amigos. Nunca me había hablado de ellos. Pero lo que mas me preocupaba era... ¿Les había hablado de mi? Y si la respuesta era que si... ¿Qué demonios les había dicho de mi?

- Oye... - le dije cuando estábamos en casa - ¿Qué les has dicho a tus amigos de mi?
- Poca cosa: que eres mi hermano, que eres adoptado... ah, y que antes creías que la ropa cuando estaba en la lavadora y daba vueltas se mareaba.
- ¡ATZIN!
- Que no, que es broma. Pero las dos primeras cosas si que son ciertas.
- Uf...
- Ah, por cierto, les has caído simpático.
- ¡¿Ah, si?!
- Si, dicen que pareces buen chico. Creo que el hecho de que te presentaras a ellos con una sonrisa ha ayudado bastante.
- Ah...
- y una de mis compañeras ha dicho que le parecias adorable y que al verte solo tenia ganas de achucharte, asi que yo de ti me alejaría de ella en la escuela.

Sonreí. Habia pasado la prueba importante para poder integrarme en mi nuevo ambiente. Me sentía orgulloso de mi mismo. De repente, algo que había pasado desapercibido en ese día me vino de nuevo a la mente.

- Oye... Quiero preguntarte una cosa.
- Quieres volver a preguntarme el significado de Tumma, ¿no es así?
- Deja de leerme el pensamiento ¿quieres? Y sí, quería preguntarte eso.

Atzin suspira.

- Sabes que no puedo contártelo.... ¿O es que no confías en mi?
- Si que confió... Pero soy nuevo en esta familia, no se nada de ella. Quiero saber cosas... Sobretodo relacionadas contigo. Me importas mucho. Por eso quiero saberlo. Conocer a mi nuevo hermano.

Le miré a los ojos seriamente. Sus ojos marrón oscuro se volvían negros a medida que hablaba. Pensaba que no estaba escuchando, cuando de repente me contestó.

- Si confiaras en mi serias paciente desde el mismo momento en que te dije que no te podía explicar de momento el significado de Tumma. No puedo explicártelo todo, entiéndelo.
- ¿Hay algo que me puedas contar a día de hoy?
- No mucho. Solo puedo decirte que Tumma es un nombre que no tenia puesto, ni me pusieron papá y mamá (de hecho, ellos no saben de su existencia)... es un nombre que me he inventado yo. Pero no me lo he inventado porque sí, tiene un significado para mi. Lo elegí según su significado, por que se asemejaba mucho a mi forma de ser.
- Vaya... Pues no lo sabia.
- Pues claro que no, no se lo he contado a nadie.

Se quedó en silencio. Me sentía mal por haber estado todo este tiempo presionándole para que me lo contara.

- No te sientas mal, eres un chico curioso. Es normal que lo quieras saber.

Asentí. Lo bueno de que pudiera leerme el pensamiento es que no tenia que contarle nada. El ya lo veía en mi mente.

- Oye... me gustaría pedirte una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Es algo que se me acaba de ocurrir.
- ¿Y que es?
- Yo también quiero un nombre.
- ¿Eh?
- Quiero un nombre como el tuyo. Que signifique algo.
- ¿Quieres que yo me invente un nombre para ti? ¿Es eso?
- Si. Acabo de comprender que lo que mas me gustaría es ser como tú. Tu tienes un nombre, así que yo también quiero uno. Pero quiero que me lo crees tu. Sino no lo quiero.

Le miré. Estaba hablando totalmente enserio, y parece que él me creyó.

- Esta bien, pero dame un día para pensarlo.

Asentí. Aun que estaba un poco intrigado por el nombre que me iba a escoger, sabia que si me lo escogía él, no tendría nada que temer. También me hice una promesa a mi mismo: nunca jamás le volvería a insistir en que me contara algo. Esperaría hasta que Atzin confiara en mi lo suficiente como para abrirme su corazón.


Así que solo me senté y esperé.


CONTINUARÁ...