- El viento sopla.
Si... El viento sopla con una extraña y enigmática calma. ¿No será que se aproxima una tormenta? No.. La tormenta nunca se fue. Al igual que cierta persona, que me dijo que se iba a marchar al lugar donde pertenecía, pero acabó volviendo horas después.
- No quería preocuparte, así que volví.
- Mentira... Puedo ver en tus ojos ahora mismo que lo que estás diciendo no es cierto.
No me respondió, como era de esperar.
- Olvídalo. - me rendí.
A nuestros padres bastó con poner ojitos de cordero y un par de lágrimas fingidas para ablandarles el corazón y hacer que olvidasen el enfado que habían tenido porque, inexplicablemente, había desaparecido así porque sí.
- Esta bien. - dijo mi madre.
Todo parecía estar bien. Sin embargo el viento soplaba con una extraña y enigmática calma. La tormenta ha llegado de nuevo. Me mira y sonríe. Que sonrisa mas mentirosa. No es la misma sonrisa de siempre.
- ¿adonde te fuiste? - le pregunté, en una de las muchas emboscadas que le hice desde que volvió.
Se calló. Volvió a soplar el viento. Pero esta vez unos pétalos de rosa se posaron a mis pies. Era extraño. No entendía la relación entre ambos sucesos.
- la rosa... Mi flor preferida entre todas las que existen.
Cogió un pétalo y lo observó durante un rato. Al rato la dejó ir y se la volvío a llevar el viento.
- Si me preguntas a donde fui... - dijo sin mirarme. - Fui a la guarida de las almas. Nada mas. Deja de atormentarte con eso.
- ¿Por qué fuiste hacia allí?
- Buscaba respuestas.
¿Eh?
- ¿respuestas? ¿Qué tipo de respuestas puedes conseguir allí que no puedas conseguir aquí... con tu familia...?
se me hizo un nudo en la garganta y empecé a llorar. El se acercó a mi. Puso su fría mano encima de mi cabeza.
- Cuando vine a este mundo... era para hacer feliz a papá y mamá. Pero parece... que estoy consiguiendo lo contrario. Por eso pensé que no debía estar aquí... Estoy molestándoles. No es bueno que este con ellos. No valgo nada...
- ¡Cállate!
Atzin se sorprendió.
- Eres... eres el hijo que creyeron muerto y que revivió de repente... ¿Crees que no vales nada? te equivocas. Te quieren. Mas de lo que piensas.
Se hizo el silencio.
- Idiota.
- ¿eh?
- Si estas intentando que me ablande... - me miró con los ojos llorosos. - Lo has conseguido... Maldito seas.
Le abracé aun sin entender nada de nada. Al soltarle, tenia la misma sonrisa mentirosa que antes.
- Para ya de sonreír así. No finjas estar bien si realmente no lo estas.
Me miró a los ojos. Otro pétalo de rosa se acercó a nosotros. Atzin pudo cogerlo al vuelo.
- ¿Me puedes explicar...?
- ¿Las pétalos?
- Si. De donde salen.
- No tengo ni idea.
Nos reímos.
- Lo único que sé... - empezó a decir él - es que aparecen cuando mi alma es realmente feliz.
Sonreí. Me alegraba de oír eso.
- ¿Vamos a casa?
Le tendí la mano. Él la agarró, con fuerza.
- Si.
Esa noche antes de dormir pude ver los pétalos de rosa invadiendo nuestra habitación. Me giré para observar a Atzin. Estaba dormido con una sonrisa. Pero no era una sonrisa mentirosa como las de antes.
Era la sonrisa mas sincera que había visto nunca.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario